GENERAL (R.) LUIS ERNESTO GILIBERT VARGAS | El Nuevo Siglo
Miércoles, 24 de Julio de 2013

Paseo millonario (III)

 

Llevo  varias semanas escribiendo sobre el paseo millonario, tocando  diferentes tópicos como el papel de las empresas, perfil de los conductores, responsabilidades de  propietarios. Hoy nos referiremos al vehículo y las zonas amarillas.

El estado del vehículo de servicio público debe ser óptimo en todos los aspectos y si aludimos al taxi con mayor razón por ser un servicio personalizado, ante lo cual y para comodidad del usuario recomiendan los estudiosos que autos y conductores deben ser perfectamente identificados e identificables, aconsejan unificar color sin importar el lugar donde prestan servicio, pues de todas formas es la misma misión, los mismos conductores  indican  varios temas, de entrada  se  refieren a vidrios, totalmente transparentes para facilitar la visibilidad tanto de pasajeros como del ciudadano que  recurre al servicio, pudiendo hacer uso  de su libertad para tomarlo  o desecharlo  frente a situaciones sospechosas como la presencia de acompañantes; con el fin de evitar confusión deben estar desprovistos de todo elemento que altere su individualización, como calcomanías, anuncios, propagandas, escudos de los equipos predilectos etc. En cuanto a las placas identificativas,  conviene vayan impresas en cada puesta y el techo del auto, permitiendo con esto su identificación desde un plano superior y por todos los costados. No sé qué tan prudente puede ser una luz tenue en el interior en las horas de la noche, que permita ver todo lo acontecido dentro del auto, esto iría a favor del pasajero y el mismo conductor, a quien es compromiso proteger con el  mismo ímpetu que al pasajero.

No hablaremos de tecnología porque sobra, ya se ha especulado con grabar toda conversación dentro del taxi, filmar el  entorno en cada parada, controlando los dos procedimientos por satélite, de seguro existirán otras alternativas algo costosas pero necesarias, ojalá se implementen lo antes posible.

Dialoguemos sobre las zonas amarillas. Se pensó  que fueran 45, luego se redujo el número,  seguramente  ha pesado en  las autoridades el cuidado al  escoger los lugares de funcionamiento, porque a nadie le gustaría tener cerca de su residencia una zona amarilla y explico el porqué: lo primero hay que dotarlas de baños, es urgente organizar cafeterías, lugares de esparcimiento o descanso vigilado y ordenado, en la zona urge contar  con vías de salida despejadas para evitar trancones, así como espacios de parqueo, el que apremia sea regulado y respetuoso del entorno, a más de controladores evitando la guerra por el pasajero y velando por el buen entendimiento entre conductores, a más del  considerado trato entre colegas del timón. Como ven no es cosa fácil, hoy existen muchos puntos de encuentro de estos señores y el desorden, el ruido, el desaseo en el lugar es espantoso y, qué decir de las horas nocturnas, además, montan garito dentro y fuera de los autos.