Pistolas Taser o de choques
Saludable me parece el debate en los medios de comunicación, sobre las pistolas Taser que la Policía adquirió para dotar algunas unidades de la institución, esas que descargan un golpe entre 2,1 y 3,9 miliamperios, operadas en varios país con óptimos resultados; sano porque permitió a la ciudadanía y autoridades conocer de cerca el tema, las especificaciones de las pistolas, características y sus alcances, notificando de paso a los delincuentes y parroquianos que se exaltan con facilidad, la existencia de la herramienta puesta al servicio de los policías; es válida la preocupación tanto de las administraciones municipales como del conglomerado, sustentada en el antecedente vivido por un grafitero colombiano en los Estados Unidos, pero se trató de un caso fortuito, aislado y de público conocimiento precisamente por el arma utilizada, instrumento concebido para dominar energúmenos procurando causar el menor daño posible, que están evaluando con denuedo las autoridades de ese país.
Centremos el debate de nuestro interés y permítanme poner en su conocimiento que el período formativo de los hombres policías, contempla en todos los grados, la instrucción sobre el uso de las armas, aprendizaje muy exigente por la responsabilidad institucional en el desempeño futuro frente a situaciones propias del servicio, que debe encarar cada hombre con profesionalismo y prudencia, por lo tanto pueden nuestros conciudadanos descansar tranquilos que los miembros de la Policía sabrán actuar y operar estas pistolas, de acuerdo con los protocolos fijados por sus fabricantes y contemplados en los reglamentos del servicio, que sobra reiterar son inflexibles. Respetados lectores ustedes no se alcanzan a imaginar lo difícil que es manejar ciertos personajes embriagados y salidos de control, convertidos en seres agresivos sin calcular el alcance y gravedad de sus actos, que enfrentan al amigo y contertulio convirtiéndolo en rival y los policías en enemigos, quienes por tratar de mediar resultan a la postre agredidos, resistiendo vejámenes y obteniéndose de utilizar el armamento por ser letal; o al delincuente que huye dejando una escena del muerte a su paso, haciendo oídos sordos al alto del policía presente en el lugar, atendiendo los llamados y el clamor público generado con los actos delictivos -qué bueno poseer una alternativa no letal para someter este tipo de personas- renuentes a reconocer la ley y las buenas costumbres.
Seguramente el tiempo se encargará de darnos la razón; estas armas están patentadas y probadas como no letales en el mundo; y la verdad, a cambio de ver los policías recibiendo golpes, agresiones y amenazas, quedando la autoridad burlada, desconocida y vilipendiada preferimos un choque eléctrico a un golpe con bastón de mando (conocido bolillo) cuyas consecuencias no se pueden prever, o un disparo de arma de fuego con los efectos y consecuencias propias de su naturaleza.