Los lagarteos políticos en la Policía
Como una situación supremamente incómoda califican los hombres de la institución esta práctica utilizada por algunos políticos, en muchas oportunidades difícil de enfrentar debido al sigilo, prudencia y sabiduría con que manejan el tema la mayoría de los hombres públicos dedicados a esta profesión, tan respetada y admirada por el pueblo.
Entendemos la lucha electoral como la demostración más palpable de democracia y es reconocible el esfuerzo que hacen los diferentes candidatos por conquistar la simpatía del electorado, empresa harto complicada por la cantidad de postulantes a los diferentes cargos de elección popular, honor que demanda compromisos y resultados demostrables a juicio de los electores, quienes durante el período legislativo dedican buena parte del tiempo a auditar el accionar y desenvolvimiento profesional del candidato electo, de lo contrario la imagen del personaje se desdibujará en el ideario popular, hecho que causará un ocaso repentino o ruina de toda una carrera labrada con esfuerzo, tesón, y persistencia acompañada de mucha entrega. Los elegidos se van convirtiendo en el paño de lágrimas o último recurso de profusos líderes comprometidos con el movimiento, a quienes el electorado exige independiente del cumplimiento de promesas en campaña, una relación amistosa e influyente de cara al futuro, esperando contar con la simpatía del favorecido, acompañada de reconocimiento por los esfuerzos puestos al servicio en la lucha y el triunfo electoral.
Ese entendimiento con el que encabezamos el párrafo anterior es horizonte que permite a los mandos institucionales captar el fondo y razonar claramente el motivo de ciertas solicitudes presentadas ante los superiores, por algunos candidatos o líderes electos, que presionados de sus seguidores buscan tratamientos especiales para cierto personal de planta institucional, vinculado familiar o afectivamente con el entorno político. No saben mis queridos lectores los alcances que esta práctica puede tener en el devenir institucional, pues tienden a convertirse con el paso del tiempo en estrategia o fuerza política que altera el libre desarrollo operativo de la institución, y de no bloquear la conducta descrita, el profesionalismo e independencia pueden sufrir menoscabo; los mandos deben recurrir a mil estrategias para lograr que los solicitantes entiendan las consecuencias de aceptar tales peticiones, percibiendo entendimiento y comprensión de parte, pero no obtente en ocasiones, la negativa genera disgusto o antipatía creando indisposición hacia el oficial comandante. Urge razonar y es en ultimas la intención de esta nota, recordar que la historia de Colombia está salpicada de intervenciones políticas en la Policía, donde el resultado negativo saltó a la vista y desdibujó la imagen tanto institucional como gubernativa; no podemos permitir de nuevo a estas alturas incursiones y presiones en una institución tan profesionalmente desarrollada, líder en el combate contra todo tipo de flagelos, que lucha por la paz y mantiene el orden social.