General (r.) Luis Ernesto Gilibert V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 9 de Marzo de 2016

PRISMA

Invitado a reflexionar

POR  los problemas y situaciones espinosas que ha debido encarar la Policía Nacional en los últimos meses y con la tecnología de punta que hoy facilita las comunicaciones entre  comunidades, se ha presentado una oleada de manifestaciones ofensivas y  burlescas,  a más de molestas  parar  la institución, bochornosa también  para quienes las reciben, leen y aun reenvían. Difamaciones  que tienden  a generalizar estados institucionales que no existen, pues si algunos hombres generan procederes con indicios de responsabilidad, no es la institución la que debe responder, ni cargar con un lastre mal intencionado que enloda su historia,  filosofía y  doctrina.

Cuando es ostensible una actividad contraria a los cánones o principios propios  de una colectividad, se deben tomar las medidas para verificar el  contexto y si de esa  corta, clara y expedita investigación se determina la existencia de delito, es obligación de los encargados de la dirección y orientación, poner en conocimiento de las autoridades competentes el hecho, para que sean aquellas ante la generación de un delito, las garantes de aclarar y penar a los responsables, juzgamiento que  permitirá la consulta de sentencia  en caso de necesidad,   pero si la conductas no engendran delito, sino actos contra la moral y las buenas costumbres, serán los encargados del mando y dirección -quienes respetando las creencias, credos y costumbres-  tomaran  las medidas conducentes al encausamiento de la circunstancia presentada.

Los medios de comunicación juegan, en este estado de cosas, un papel preponderante al informar a la ciudadanía los pormenores del  suceso, sin tomar partido en su defensa ni inculpación, pues de lo contrario todo se podrá sesgar sin remedio y la objetividad quedará en entredicho, perjudicando la verdad que es en últimas el objeto final. Y hablando de  medios, existe un renglón muy importante para la ciudadanía, más de lo  creíble, y son los caricaturistas, que con  agudeza e ingenio logran dibujar un estado de cosas de manera sensible, dejando huellas profundas en los lectores por la sutileza del mensaje. Desafortunadamente en las redes sociales no existe ese ingenio y por este vacío en las redes se direcciona al bullying, estrategia nociva y perjudicial para la sociedad.

En el caso de la Policía Nacional debimos asistir a un ataque inmisericorde de las redes sociales, hasta el punto de llegar los miembros de la institución a ser víctimas de la burla, la chacota,  no solamente en las redes, sino entre los miembros de la sociedad que protegen, amparan  y defienden. Es  muy dura prueba para los hombres de bien que componen la institución y más dura para sus familias que debieron soportar comentarios y agravios que de no controlarse pueden terminar en xenofobias vergonzantes. Pues tiende a generalizar actitudes procederes algunos sustentados o por lo menos con indicios de responsabilidad para algunas personas