General (r.) Luis Ernesto Gilibert V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 10 de Junio de 2015

PRISMA

Justicia por propia mano

Hace presencia en el panorama una actitud ciudadana retrotraída de muchos años, especialmente de épocas donde las autoridades tanto administrativas como policivas, se encontraban en embrión y no tenían claras sus responsabilidades ante la sociedad, por esto llamo la atención sobre el asunto. El tema se pone de moda haciendo presencia por toda la geografía patria. Sería bueno que las autoridades tomen cartas en el asunto, antes de que adquiera dimensiones vergonzosas. En los últimos días se conocieron casos donde la ciudadanía actuó contra delincuentes, que pretendieron hacerla blanco de sus fechorías, escenario preocupante por varias razones. Es claro para el vecino que el uso de la fuerza está reservado a la fuerza pública, y es obvio que los ciudadanos deben acudir a los representantes del orden en demanda de auxilio y protección, quedando claro también que los estamentos del Estado tienen la obligación de auxiliar a la ciudadanía, razón última de su existencia, si este razonamiento es evidente, preguntémonos ¿por qué el renacer de aquella conducta reprochable con perfiles de violencia, desorden y falta de civilidad?

Colombia vive de un tiempo hacia nuestros días un atropello tecnológico brindando infinidad de oportunidades, en todas las disciplinas, esa tecnología ha llegado a la vecindad ofreciéndole oportunidades de comunicación y acercamiento con las autoridades, y los medios de comunicación por su lado, alcanzan los rincones patrios con fluidez y vigencia, por lo que el anhelo  de reacción  inmediata vive en  corazones y  mente de los colombianos; es cierto en teoría, pero la realidad es otra, las distancias, el tránsito, la ineficiencia en los medios de locomoción, el recargo de llamadas, la información desorientada, la comunicación equivocada, y mil factores más impiden a la policía hacer presencia con la premura requerida en el llamado de auxilio; ante la situación los núcleos sociales están perdiendo el control y actuando por su cuenta, sin medir las consecuencias de sus actos, que los pueden poner al borde del delito, pasando de “victimas a victimarios, como es la frase de moda”.

Preocupante situación, pues debemos entender los afanes citadinos, la comunidad observa conductas desafiantes, como el delincuente conducido ante autoridad competente y puesto en libertad, que regresa al barrio para retar y demostrar que ya está de nuevo en las andanzas, o el ciudadano agredido con delincuente atrapado, puesto en libertad por vicios de procedimiento, son escenarios que el hombre del común no entiende y exacerba su paciencia, ¡pero como se trata de aportar!, insinuamos que urge regresar al tejido social donde el policía recibe con tiempo suficiente las alertas y su actuación es preventiva, para lo cual se deben  tender puentes de comunicación flexibles y alternados con una campaña de acercamiento, fijando estrategia de presencia permanente tratando de atenuar un poco la sensación de abandono.