General (r.) Luis Ernesto Gilibert V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 21 de Enero de 2015

Cese bilateral del fuego

 

Muy sorprendido quedo el país con el pronunciamiento del presidente Juan Manuel Santos  sobre un  cese bilateral del fuego con las  Farc, tanto que la mayoría de los columnistas en medios hablados y escritos se han pronunciado haciendo análisis de los intríngulis que trae esa perspectiva, hasta el punto que el Presidente comisionó en el general (r.) exdirector de la Policía Nacional, Óscar Naranjo, las explicaciones que el caso amerita.

Definitivamente el general Naranjo fue  muy claro al manifestar que el concepto como tal, es comprensible y preciso, pero no fácil de alcanzar pues se  deben agotar una serie de requisitos  que sustentarán tal acuerdo, y por explícito que haya sido Naranjo, el común de las gentes   pueden tener una serie de interrogantes, imposibles de plantear por falta de comunicación,   enfocados  hacia la dinámica y estrategias para recorrer los pasos en dirección al cumplimiento del mandato presidencial. Pretendiendo interpretar a este margen de ciudadanos y aportando algunas curiosidades, voy a tocar algunos puntos insalvables para lograr el acuerdo del cese bilateral. Lo primero es identificar el enemigo para no atacarlo, ante lo cual se hace necesario concentrarlo en una zona especifica, delimitada y determinada con la aquiescencia de todos los comprometidos en el proceso, simplificando a los facilitadores la verificación del cumplimiento por parte de los implicados, ese tema ya tiene una serie de obstáculos como son, la escogencia de lugares geográficos, atinadamente negociados y el desplazamiento de los subversivos brindándoles la protección necesaria, para lo cual es urgente diseñar corredores estratégicos y seguros -nada es fácil-.

El desminado es otro asunto perentorio y su cumplimiento un tanto estoico, solo los grupos que sembraron de minas los municipios, saben o tienen “esperamos” el mapa con la localización exacta de  los explosivos, ahí tenemos otra tarea que demanda precaución, dedicación, tiempo y cubrimiento en seguridad para las personas encargadas de realizar esta dura y riesgosa labor,  que debe ejecutase íntegra y perfectamente, generando tranquilidad a los habitantes del campo, y convirtiéndose en motivo de credibilidad nacional. Aparecen  las preguntas sobre el reclutamiento de menores, propósito un poco más fácil de lograr que los anteriores, basta solo mostrar la voluntad de no continuar con esta práctica, instruyendo los frentes subversivos al respecto y reconociendo lo atroz de este procedimiento, ¡pero falta algo!, qué hacer con los niños alzados hoy en armas y militantes en los diferentes frentes, ¿los dejarán en libertad, se los entregarán al Gobierno, retornarán a sus  familias? Interrogante que amerita respuestas a los colombianos y especialmente para las familias de los niños combatientes.

Se me acabó el espacio, hay  más, pero  tengo seguridad de que el Gobierno posee las respuestas a estas inquietudes y con el paso de los días las irá despejando.