General (r.) Luis Ernesto Gilibert V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 3 de Diciembre de 2014

No cierren la puerta a Uber

 

La función de taxista merece respeto, y apremia profesionalizar las personas que se dedican a prestar este servicio tan importante en una colectividad; el traslado público proveído por los taxis tiene un valor incalculable para la ciudadanía, pues los usuarios depositan en él toda su tranquilidad y confianza. Pero en nuestro país las autoridades no le han prestado la atención debida al tema, por lo tanto y a falta de regulación, todo pensionado quiere comprar un taxi para evitar el ocio y cuadrar un poco la pensión, además cualquier desocupado que medio sabe mover un automotor, quiere conseguir un taxi bajo la modalidad que sea, buscando sobrellevar las penurias laborales, sin olvidar los antisociales, que organizados en bandas criminales persiguen un vehículo, para dedicarlo al atraco y otras modalidades delictivas. Pero ni los unos, ni los otros, tienen las aptitudes para procurar un buen servicio  

De las anteriores consideraciones sacamos conclusiones conocidas y sufridas por la mayoría de los ciudadanos, que en cualquier momento de la cotidianidad debemos recurrir a este servicio, viéndonos abocados a soportar conductores irresponsables, faltos de educación, con aspecto atemorizador y desprovistos de mínimas normas de higiene,  transportándonos a altas velocidades, en vehículos totalmente desaseados, y radios a todo volumen sin importar la molestia que puedan generar al pasajero, es decir, el caos, añadiendo lógicamente los mencionados antisociales que son el lastre del entorno y  nunca denunciados por los automovilistas; en una palabra, se olvidó que los taxistas prestan un servicio público puesto en manos de particulares por decisión del Estado, que las autoridades deben  reglamentar, sistematizar y controlar, cubriendo vehículos, conductores, dueños y gremios, pero como no lo han realizado con la drasticidad del caso apareció Uber.

Ahí fue Troya. Llegó un buen servicio recibido como rocío para los ciudadanos, no voy a explicar el auxilio porque sobra, todos lo hemos disfrutado; pero los dueños del monopolio, esos explotadores de sus empleados, aquellos trabajadores sin el mínimo cubrimiento en salud, que nunca los capacitan para que presten un excelente servicio, presentaron contienda sin sentido para sacer la competencia y ¿el Ministerio? ¡Bien gracias¡ Saliendo por la tangente, qué pena. Uber viene asistido de tecnología, y si las autoridades desconocen la técnica, compañera de la modernidad, le están cerrando el paso al progreso  de esta industria del transporte, anulando el desarrollo del producto, permitiendo que los prestadores concesionados se despreocupen por la calidad y la seguridad de los usuarios  como ha venido sucediendo, pero no es solo la tecnología, es la calidad del servicio, se trata de señores preparados para atender al público y servirlo con profesionalismo, mostrándose cortésmente respetuosos. Las autoridades tienen la solución en su mano. Consulten al ciudadano, hagan un sondeo.