Preocupa crecimiento de la Policía
Para nadie es desconocida la historia de la Policía en Colombia, son pocos los ciudadanos que a través de los años no han observado cómo esta noble institución hace parte integral de la tradición patria, hasta el punto de ser un referente para historiadores y escritores, fieles testigos de los encontrados ciclos por los que ha trasegado nuestra policía. No pretendo hacer un resumen histórico ni mucho menos, solo quiero llamar la atención sobre el desarrollo de una institución, organizada a fines del siglo XIX, con los reductos de aquellos hombres identificados como serenos y uno que otro ciudadano preocupado por el orden y la seguridad en Santa Fe de Bogotá.
Al haber transitado el país una serie de conflictos salpicados con intereses partidistas se hizo difícil y controvertido el desarrollo del organismo, pues los miembros de la policía, apenas en etapa de profesionalización, fueron instrumento para los intereses de gobernantes inescrupulosos, a quienes el país encomendó la responsabilidad de controlar y organizar el tejido social, situación que golpeó la imagen y prestigio de la naciente institución hasta el punto de llegar a su mínima expresión de identidad. Pero las instituciones grandes e indefectibles sobreviven las crisis y hoy después de muchas penurias nuestro país cuenta con una policía profesional reconocida y proyectada al futuro. La buena reputación se logró con el compromiso y apoyo de gobiernos bien intencionados, que contribuyeron en su momento a fortalecer la disciplina y cuadros de mando, programando la institución para enfrentar retos pretéritos fijándole un sentido profesional; me refiero a esas administraciones que marginaron la política de sus filas, aquellos comprometidos con la formación y adoctrinamiento de sus hombres, gobiernos policivos que son referente del fortalecimiento policial.
La Policía Nacional de Colombia se ha desarrollado paulatinamente, acorde con las instancias y necesidades del país, paralela con el crecimiento de la población, su doctrina y principios van ajustándose al ritmo del progreso, igualmente va incrementando la planta de personal y es en este punto donde deseo hacer mayor énfasis, porque el recurso humano ha sido soporte de primerísimo orden, la imagen y el prestigio descansan en la transparencia y compromiso de sus hombres; la institución es exigente en los protocolos de entrada e incorporación, situación que no se puede violentar por capricho u orden, sabemos las necesidades de personal pero un mayor número de efectivos no es garantía de éxito, los gobernantes no deben exigir incorporaciones de emergencia, el Gobierno sabe que la institución no puede crecer temerariamente, existen niveles de equilibrio que demandan respeto y cuidado, pues nos pueden llevar a un desbarajuste de toda índole, tanto presupuestal como profesional, revisemos el presupuesto de sanidad frente al crecimiento de personal y tendremos un ejemplo alarmante del futuro caótico.