Responsabilidad ante los atracos
Indudablemente uno de los problemas que afronta la sociedad es el atraco, todo el país sufre de este flagelo y por las cuatro esquinas se buscan culpables de su presencia en Colombia. El primer vistazo va dirigido a las autoridades y especialmente hacia la policía por ser la garante de la seguridad, pero olvidamos antes de imputar o responsabilizar, analizar las posibles causas tanto generadoras como facilitadores de esta patología.
Un país que durante muchos años ha sufrido un conflicto armado, donde diferentes fuerzas generan desplazamientos, sufrimiento y muerte en los pobladores del campo, necesariamente tiene una migración del terruño hacia las ciudades muy acentuada, situación que genera una sobrepoblación con déficit de habitación y trabajo exagerada, dimensionada si observamos en la mayoría de inmigrantes poca capacidad laboral de cara a las ciudades, debiendo para subsistir recurrir a cualquier estrategia, que cubra las necesidades básicas familiares obligándose por ello, a desempañar actividades como la economía informal, construcción y otras, llegando hasta la delincuencia en todas las modalidades. Sin atender estas causas generadoras será imposible erradicar el atraco de nuestras capitales, ojala las autoridades encuentren alternativas para motivar el regreso al campo de estos colombianos, ajenos al conflicto pero víctimas de los grupos armados irregulares.
A lo anterior debemos sumarle la falta de compromiso ciudadano por la seguridad, “causa facilitadora”, la lista de comportamientos negativos es muy larga, pero quiero hacer algunos aportes buscando lograr algún día, empeño ciudadano para reducir el atraco y alcanzar seguridad, relevando la policía con las autoridades, del descalabro producto de imprevisión. Los celulares trajeron tecnología, comunicación y redujeron distancias pero se han convertido en lastre para la seguridad, no hemos logrado hacer entender a los ciudadanos que cuando hablamos por teléfono, nos concentramos en la conversación abandonando el control de nuestros desplazamientos y el dominio del entorno, convirtiéndonos en blancos fáciles para la delincuencia, que a más de nuestra desidia ven en el teléfono una oportunidad económica. Esta práctica se convirtió en costumbre y podemos observar personas por calles oscuras, en altas horas de la noche entregados al celular, cayendo en manos de los delincuentes sin ninguna limitación que los pueda resguardar. Algo tenemos que hacer para cambiar ciertos hábitos negativos; tampoco podemos olvidar la fea costumbre de acercar los amigos a su residencia, pero solo a pocas cuadras de las casas ellos pueden caminar un poco, nada va a pasar y nosotros no desviamos la ruta acordada, esa práctica utilizada principalmente por los jóvenes que salen de las rumbas, en no pocas ocasiones ha traído funestas consecuencias, pues quedan abandonados a su suerte, casi siempre con unos tragos de más, situación que los convierte en objeto fácil de los atracadores. Podría extenderme pero solo pido cordura, prudencia, reflexión.