El servicio social policial
Con el triunfo del Dr. Juan Manuel Santos al lograr su reelección y ante la gran votación por la paz de Colombia expresada en las urnas debemos hoy apostarle al éxito de las negociaciones en La Habana esperando un avance representativo, para demostrarle al mundo que el camino de la confrontación armada está agotado.
Ante la expectativa a partir de esta fecha, los colombianos debemos mirar hacia un futuro de paz precedido del recorrido conducente al posconflicto, que será algo espinoso de transitar, pues el desarme de los corazones, las mentes y los cuerpos es difícil y complejo, ya se ha dicho, una cosa es la firma de la paz y otra bien diferente será la paz consolidada, pero no podemos dar espera ni cuartel al tema, por lo tanto es urgente la colaboración del país con su aporte para enriquecer las estrategias, que ayuden en la conducción de Colombia hacia un amanecer de paz, entendimiento, compromiso y seguridad.
Son muchas las ideas, promesas y anhelos del Presidente, y como de aportar se trata, pretendo adelantarme con contribuciones, a lo mejor románticas, a lo mejor ambiciosas, pero bien intencionadas y en el mejor de los sentidos.
Dijo en sus intervenciones el mandatario de los colombianos, que una vez firmada la paz sería viable estudiar la posibilidad de acabar con el servicio militar obligatorio; no es una mala idea, pero recordemos que el paso bajo banderas que deben cumplir nuestros jóvenes bachilleres, tiene una serie de principios convenientes, como la valoración del calor familiar, el aprecio del entorno social, la nostalgia de aquellas comodidades hogareñas, autoestima enaltecida, una responsabilidad potenciada y reconocimiento de la autoridad con el valor agregado del respeto por superiores y maestros, entre otros fundamentos exaltados por las familias de hombres que han vivido esta experiencia y trasegado las filas institucionales; principios que como lo venimos afirmando no se adquieren en ambiente diferente al ofrecido por la vida castrense. Lo ideal sería no acabar con este servicio sino reorientarlo, no olvidemos que el posconflicto amerita un seguimiento permanente del clima social y estos jóvenes provenientes de la academia tienen las condiciones necesarias para encarar este tipo de actividades, sustentadas en unas buenas relaciones interpersonales, y esa vida de colegio matizada con juventud. Por ejemplo, el servicio social prestado en la policía, por jóvenes bachilleres, al ser destinados exclusivamente a la policía comunitaria, donde conocerán las problemáticas sociales, culturales y económicas de ciudades y campos, fortalecerá el tejido social para enfrentar la delincuencia, a la vez que el mencionado servicio, puede fungir como escuela preuniversitaria donde el joven adolescente explore diferentes disciplinas y profesiones, recibiendo de la institución un direccionamiento preuniversitario a distancia, orientado por las mismas universidades.