PRISMA
Hablemos de espionaje
Es inherente al ser humano saber cómo y qué piensan sus congéneres, al igual conocer su forma de actuar; la curiosidad nació con el hombre y creció a la par de los intereses personales, por lo cual no debe extrañarnos la lucha inquiriendo información desatada alrededor del mundo.
El espionaje se inicia al calor del hogar, en diferentes rumbos y por disimiles motivos, aseveración irrefutable y verdadera; las madres, por ejemplo, sin mayores prácticas ni enseñanzas, de forma empírica se van constituyendo en espías imperturbables del acontecer en las vidas de sus hijos, sus ojitos son centinelas permanentes, el olfato se desarrolla y el oído permanece alerta captando señales que puedan conducir a mensajes de alerta, pues la condición de conductora y formadora de sus hijos es razón más que suficiente para desarrollar esta labor tan valiosa familiarmente, pero invasiva a los sentidos del párvulo, y ni qué decir de la vida matrimonial donde existe una constante alerta, basada en los comentarios y murmuraciones propias de la envidia u otros sentimientos. Pero no vamos a detenernos en estas consideraciones, tomémoslas como referencia coloquial.
Lo importante no es el espionaje en sí, como lo demostramos anteriormente, lo trascendental es el fin perseguido por quienes se responsabilizan de estas actividades y los métodos empleados para lograr los objetivos propuestos, puesto que frente al proyecto cualquier medio utilizado es aceptable y los dineros destinados a la causa, siempre serán bien empleados a ojos del interés personal o institucional. La historia está salpicada de leyendas que dan razón de grandes espías jugando papel protagónico en guerras y conspiraciones palaciegas, unas apalancadas en traiciones, aquellas sustentadas en amores, pero todas perseguidas y combatidas, aun castigadas con la muerte por innobles. Los espías son personas capaces de jugar un papel de bienhechor o felón magistralmente, por ostentar esa condición fundamental.
Ahora, el espionaje que siempre será condenado universalmente, en nuestro país y por este tiempo juega un papel altamente nocivo para todos los estratos y en cualquiera de los escenarios, entendemos que el espionaje produce información, solo eso información fría y cruda, la que debe ser sometida a inteligencia, donde se analizan y evalúan los datos recolectados, sin ese tamiz que permite aterrizar los conceptos, es peligrosísimo dar a conocer datos, fechas, nombres o situaciones, pues con la investigación profesionalmente adelantada, cambiará el panorama de los hechos presentados con pocos reparos. Hoy tenemos enfrentadas dos nociones básicas, la seguridad que ha permitido ciertos desmanes, y violación a la intimidad, que dificulta un tanto labores investigativas necesarias en contextos delictivos. Pero entendamos que actualmente la tecnología es soporte de la investigación, las cámaras ubicadas en diferentes puntos estratégicos de las ciudades, son controles disuasivos, lo otro, el asalto a los equipos, es espionaje falto del complemento analítico sin el cual cojea.