General (r.) Luis Ernesto Gilibert V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 8 de Abril de 2015

PRISMA

Hablemos de espionaje

La  curiosidad es  inherente al ser humano, saber  qué hacen y cómo  piensan sus  congéneres es motivante, al igual conocer su forma de actuar o reaccionar ante diferentes estímulos; la indagación nació  con el hombre y  creció a la par de los intereses  personales, por lo cual no debe extrañarnos la lucha desatada alrededor del mundo buscando e inquiriendo  información.

El espionaje se inicia irrefutablemente al calor del hogar, por disímiles motivos y en diferentes sentidos, las madres, por ejemplo, sin mayores prácticas ni enseñanzas sobre el tema, se van constituyendo de forma empírica en espías imperturbables del acontecer en las vidas de sus hijos, sus ojitos son centinelas permanentes, el olfato se desarrolla y el oído permanece alerta captando señales que puedan conducir a mensajes de alarma, pues la  condición de conductora y formadora de  sus retoños es razón más que suficiente para desarrollar esta labor tan valiosa familiarmente, pero  invasiva a los sentidos del párvulo; y qué decir de la vida matrimonial, donde existe una constante alerta, basada en los comentarios y murmuraciones propias de la envidia u otros sentimientos. Pero no vamos a detenernos en estas consideraciones, tomémoslas como referencia coloquial.

Lo importante no es el espionaje en sí, como lo demostramos anteriormente, lo trascendental es el fin perseguido por quienes se responsabilizan de estas actividades y los métodos empleados para lograr los objetivos propuestos, puesto que  de cara al resultado cualquier medio utilizado es aceptable y los dineros destinados a la causa, siempre serán bien empleados a ojos de intereses  personales o institucionales. La historia está salpicada de leyendas que dan razón de grandes espías jugando papel protagónico en guerras y conspiraciones palaciegas, unas apalancadas en traiciones, aquellas sustentadas en amores, pero todas perseguidas y combatidas por innobles, su mayoría  castigadas con la muerte. Los espías al tener esa condición esencial son personas capaces de jugar magistralmente un papel  de bienhechor o felón.

Ahora, el espionaje que siempre será condenado universalmente como lo venimos sosteniendo, juega por este tiempo en nuestro país, un papel altamente perjudicial en cualquier escenario y para todos los estratos, entendamos que el espionaje produce información, solo eso, información fría y cruda, la que debe ser sometida al proceso de inteligencia, donde se analizan y evalúan los datos recolectados, sin ese tamiz que permite aterrizar los conceptos, es peligrosísimo dar a conocer hechos, fechas, nombres o situaciones, pues pueden entregar un producto distorsionado o manipulado; lo que nunca sucederá con la investigación profesionalmente adelantada, donde puede cambiar el panorama demostrando una visión diferente a la real, ante acontecimientos presentados con poca exploración. Estas consideraciones me permiten invitar a tratar con respeto y prudencia la investigación y permitir su desarrollo sin premuras ni presiones.