GENERAL (r) LUIS ERNESTO GILIBERT V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 5 de Febrero de 2014

A Raúl Antonio Nausán

 

“Otro gran policía que ofrendó su vida cumpliendo el deber”

 

No podemos negarlo, es muy duro para los mandos y  el personal tanto en actividad como  retirado,  enfrentar el dolor que produce la  muerte en actos del servicio de hombres y mujeres pertenecientes a la policía. Si miramos desprevenidamente las estadísticas nacionales,  encontraremos un sorprendente número de policías  muertos en cumplimiento del  deber. No es solo el alevoso ataque de los armados ilegales,  llámense  Farc,  Eln o bacrim,  quienes asaltan puestos de policía o emboscan patrullas en las zonas rurales, sino la delincuencia organizada  y común en todas sus modalidades, que no se ahorran en agredir los adalides que en defensa de la ciudadanía,  salen al paso de actuaciones delictivas tendientes  a  timar  comunidades  de bien, desprovistas de potencial para defenderse de violentas  agresiones  contra su integridad o pertenencias.

Raúl Antonio  Nausán fue un hombre  que luchó su carrera a lo largo de muchos años, pues en un  comienzo perteneció a los mandos medios y con esfuerzo logro escalonar el  grado de oficial,  tarea nada fácil en la institución. Pocos hombres han alcanzado  ese privilegio, pero Raúl lo conquistó  y siguió luchando sabiendo que  las metas  estaban todavía lejos y el camino era complejo. Es por ello que debemos rendirle un homenaje  de reconociendo, admiración y respeto. No se trataba del joven subteniente  fogoso  recién egresado de la escuela, que impulsado por la juventud, ávido de experiencias  e inspirado por el juramento de servir  al país y sus compatriotas  actúan sin medir las consecuencias de la osadía propia del párvulo institucional. Estamos frente a un ser maduro por el mismo servicio, conocedor de los peligros y responsabilidades de su misión  en defensa del ciudadano desprotegido e inerme,  un hombre   con plena conciencia de la situación, enfrentando  delincuentes y  defendiendo las pertenencias e integridad del núcleo comercial, víctima de estos malhechores. Raúl, aun estando herido de gravedad, asombrosamente continuó la persecución hasta las últimas consecuencias: perder su vida.

La policía tiene muchos “Raúles”  en todos los niveles. Son hombres y mujeres que no escatiman esfuerzo ni oportunidad para  “inmolarse” en el altar institucional. Como lo dije en principio, cada día tenemos un héroe más, otra familia  enlutada y una institución lastimada y  los mandos  se duelen porque  la cadena es infinita y la procesión hacia el sacrificio  continúa. Esa es la institución Policía  Nacional, atacada con inclemente  seviciapor  personas que se empeñan en desconocer la grandeza de sus hombres;  son críticas  apoyadas  en  actuaciones  venales protagonizadas  por seres  faltos de compromiso o débiles  de carácter,  donde se pone en tela de juicio la  institución, no los hombres.  Los policías  no son  perfectos y existen   protervos,  pero la gran mayoría son “Raúles”, prestos a servir y morir por un ideal: la paz y seguridad de Colombia.