BLANCO Y NEGRO
Los parqueaderos
En Bogotá, no hay nada claro, no existe transparencia en las actuaciones de Petro y sus muchachos, parece como si procedieran con el único propósito de destruir y corromper. En cada ejercicio se observa algo podrido. Por ello, nadie puede entender lo que acontece con los parqueaderos, para los cuales no existen normas claras y equitativas. La corruptela reina en este sector que controlan la propia alcaldía mayor y las de las localidades.
Las tarifas van desde 33 pesos el minuto, hasta 95 o más. Si pertenecen a privilegiadas empresas, pueden cobrar 95 pesos por minuto. Algunos de los protegidos, están perfectamente dotados, son elevados o subterráneos, cubiertos, amplios y cuentan con baños. Pero las mismas empresas poseen otros vergonzosamente destartalados, sin pavimentar, sin sanitarios y al aire libre. A pesar de ello se les autoriza un precio de 95 pesos. ¿Quién podrá explicar esto? Nadie.
Petro y sus alcaldes menores la emprendieron contra los centros comerciales, algunas clínicas y hospitales que manejan directamente sus estacionamientos a los cuales multaron y obligaron a reducir el costo a 33 y 48 pesos. Las instalaciones son envidiables, responsables, organizadas, limpias, amplias, confortables y servicios ejemplarmente aseados.
No se quiere decir que todos deban quedar en 95 o 33 pesos el minuto. La primera cifra es estrambótica, exagerada y abusiva, la segunda puede arruinar a quienes han hecho grandes inversiones para suministrar comodidades a los clientes y descongestionar las calles y espacios públicos.
En esto hay “gato encerrado”, y corrupción cantada. ¿A dónde irán a parar las coimas que gravitan sobre estos negocios? Se sospecha que existan “estímulos”, para que funcionarios encargados de establecer categorías y tarifas, actúen con tal desigualdad. Es imposible que dos establecimientos semejantes, tengan precios tan diferentes y mucho menos que desvencijados lotes cobren igual, que los verdaderos parqueaderos. “Algo tiene el agua cuando la bendicen”, dicen los incrédulos.
Y ni hablar de la seriedad. Muy poca gente puede decir que le han respondido por pérdidas o daños a los vehículos.
Hay que actuar rápido frente a esta manera de manipular la ley por parte de una desastrosa administración, que por fortuna agoniza. Urge eliminarles el “negocio” y beneficiar a los usuarios.
Blanco. Medellín no necesitó un promocionado superalcalde, para ser la mejor ciudad de Colombia. Tiene tren y tranvía.
Negro. El robo que hizo Zipaquirá al colega Gustavo Castro Caycedo. Saquearon su libro.