Baculazo a Petro
Tras el regreso de su paseo por Europa, con el propósito de torpedear nuestro proceso de paz en La Haya, el procurador Alejandro Ordóñez madrugó el lunes a tomar la medida más antidemocrática, antipática, abusiva y extralimitada que funcionario alguno haya aplicado a un ciudadano. Nadie puede negar que la alcaldía de Petro ha sido funesta para la más desdichada ciudad del mundo. Se ha burlado de todo, dilata y dilata la revocatoria que con sus firmas solicitaron los capitalinos. Las pocas calles y avenidas están en ruinas, pese a que existen dineros en caja para repararlas. Regala los servicios públicos y el transporte, mientras anuncia nuevos impuestos. Violó la Constitución al expedir el POT por decreto. Sus fallas son interminables. Pero de ahí a que se le aplique una sanción tan escalofriante, deja aflorar el báculo sectario de un funcionario que actúa dogmáticamente contra quienes se apartan de sus creencias y doctrinas.
Quitarle los derechos a un ciudadano por 15 años es desproporcionado, como lo han sido las sanciones para otros funcionarios y políticos víctimas del garrote implacable de Ordóñez, por pensar diferente a quien se considera el “pontífice” de la moralidad, la transparencia y la rectitud de nuestro país.
Lo grave de todo este embrollo, no es la destitución de Petro, ni las consecuencias que de ella se deriven, dados los pasos que el sancionado ha seguido, al desconocer el fallo e incitar al desorden, a la lucha de clases y al bogotazo. Esta es la crisis a la que nos ha conducido la Procuraduría, entidad cuya función primordial es velar por la corrección y la defensa de la comunidad. Para muchos se ha concentrado demasiado poder, que entregado a discutibles manos, nos lleva al despeñadero. Ordóñez y Petro han violado la Constitución, pero solo uno ha sido sancionado.
Excepción hecha de los mentores del Procurador, la generalidad de los dirigentes y ciudadanos de bien, consideran que a la Procuraduría hay que desmontarle los omnímodos, integrales y absolutos súper poderes y funciones, que incitan a extralimitaciones.
Cuando las cosas se manejan mal, afloran fallas y dudosos fallos, y como en el caso que nos ocupa: un alcalde desastroso y un Procurador fundamentalista y fanático.
Blanco. La multitudinaria marcha por la paz en el Meta.
Negro. Paradójico que mientras prestigiosos colombianos desacreditan la patria en el exterior, la reconocida Fitch Rating nos eleva la calificación a la deuda.