La ruana y el poncho
El violento paro debe tener un análisis a fondo, porque cada bando tiene razones explicables e inexplicables. Fue provocado, apoyado y financiado por sectores interesados en crear un caos, que podría haber sido prevenido. Lo acicatearon fines políticos, de los hoy enemigos de las reelecciones y subversivos infiltrados que ejercen el vandalismo. Ahí aparecen los ponchos camuflados comunicándose con las ruanas para impedir la firma de cualquier acuerdo. Hay culpables por todas partes: el mismo Gobierno, la guerrilla, los especuladores, los propios campesinos, la oposición, los importadores, los malos negociadores de los TLC, los precios de los combustibles, los inexplicables costos de los insumos, la voracidad de las entidades financieras, los desplazamientos, el despojo de las tierras, e innumerables aspectos, aprovechados políticamente.
Es innegable, como lo reconoció el presidente Santos, que a los campesinos, los últimos gobiernos, les han incumplido todas las promesas. Los cafeteros y otros cultivadores, han sufrido los rigores de la revaluación.
Pero en general, todos han soportado la especulación que de tiempos inmemoriales se practica en Colombia, ante la vista gorda de los gobiernos de turno. Hay una interminable cadena de intermediarios y logreros que empiezan su estafa en las propias fincas, hasta llegar a las centrales de abastos, en donde están los buitres que se quedan con el sudor y las lágrimas de los campesinos. A esto hay que agregar la pésima política que en materia de semillas aplican el ICA y el Invima. Existe otra cadena de especulación con los precios de los insumos, abonos, fungicidas y transporte. Como nadie ha sido capaz de controlar las voracidad de las entidades financieras y crediticias, al agricultor le da lo mismo caer en manos de los bancos, que de las llamadas “gota a gota”. Esta es apenas una mínima lista del calvario que debe soportar el agro.
Los campesinos no pueden llegar directamente con sus productos a las centrales de abastos. Allí los estafan. Y los especuladores que van al campo, lo que les compran a 100 o 200 pesos la libra, la venden en Corabastos a dos mil y más pesos. Esto acaba con la paciencia y conduce al pillaje con el que todos pierden. La justicia social, no es para los de ruana.
Blanco. Los 50 años del sueño de King.
Negro. La alcaldada de Petro con el POT, que pretende montar en cada cuadra, tiendas, discotecas y cantinas.