El factor Marco Polo
El Presidente de la República cuenta en su haber con un amplio catálogo de funciones constitucionales que muy seguramente ninguno se ha memorizado a la perfección, pero que inherentemente las conoce y desempeña una vez le llega el momento de la verdad. El listado es bastante extenso y taxativo, pero deja por fuera una de las responsabilidades más importantes que tiene sobre sus hombros: ser un símbolo de cohesión. Él representa toda una ideología y el poder de un pueblo, por ello mucha gente critica los viajes prolongados de algunos mandatarios por el extranjero, pues sin relevancia alguna por el reemplazo que en su cuarto de hora quede fungiendo como aquel, la ausencia del Presidente crea un vacío en la percepción de autoridad de la ciudadanía.
De esta forma, el Primer Mandatario tiene algunas obligaciones más allá de nuestras fronteras que, quiéranlo o no los más fieles seguidores del paternalismo por parte del Ejecutivo, son igual de trascendentales que su trabajo de escritorio en Bogotá, esto es lo que llamo “El Factor Marco Polo”, pues, al igual que el célebre navegante, debe ser él quien tienda las “rutas de seda” que conecten a Colombia con el resto del mundo. Para nadie es un secreto que el comercio internacional es el principal motor de prosperidad monetaria de un país y el presidente Santos lo tiene claro; por ello su reciente viaje a la China podrá ser tachado como opulencia y cuanto adjetivo descalificador exista en el español, pero representa un gran acierto de cara al brillante futuro que le depara a esta economía emergente.
Hemos crecido cobijados por un falso sofisma que ha menguado nuestra ambición mercantil, aquel que defiende a Venezuela y Estados Unidos como nuestros principales (y para algunos, únicos) clientes potenciales. Esto explica el porqué de nuestro risible número de Tratados de Libre Comercio frente a la infinidad de países que existen en el planeta. Se nos ha olvidado por completo que del otro lado del Pacífico y del Atlántico existen otras naciones que buscan lo que tenemos y tienen lo que buscamos. Nadie se ha preocupado por indagar mercados atractivos en Asia ni en África, aun cuando ellos también tienen dinero y capacidad adquisitiva para comprar, pero no, en su lugar preferimos quedarnos sufriendo cada vez que Chávez cierra la frontera. No sabemos cuánto le debemos a sus pataletas bolivarianas, si no fuera por ellas aún estaríamos mirándonos el ombligo y no habríamos salido al mundo a hacer “nuevos mejores socios”.
Aún así, nuestro Marco Polo criollo debe preparar mejor sus travesías por el globo, pues para próximas ocasiones la casa debe quedar bien organizada, así evitará perder el tiempo corrigiendo las salidas en falso de sus funcionarios cuando debería estarlo usando para cerrar negocios. Episodio que le representará unos cuantos puntos menos en su popularidad de capa caída, pues ni todas las viviendas gratis del mundo podrán ocultar que el Gobierno alcanzó a considerar gravar la canasta familiar con el IVA, no importa cuántas leguas navegue para demostrar lo contrario.