Frutos de paz y reconciliación | El Nuevo Siglo
Domingo, 10 de Septiembre de 2017

San Juan Pablo II visitó a Colombia en los últimos meses de la presidencia de Belisario Betancur. Aquellos signados con las tragedias del asalto al Palacio de Justicia y la desaparición de Armero. Es decir, la visita se dio en un ambiente de profunda desesperanza.

Sobre el sentido de su visita, JPII le dijo a Antonio Caballero: “Quiero ser portador de la reconciliación que nace en el corazón del hombre, con una deseada paz para su país…hay males actuales que se deben atender, porque para una reconstrucción orgánica se debe atender lo que vive socialmente la base de la población”, y sus homilías y discursos reiteraron este sentido. No se puede decir con certeza si hubo o no efectos de las palabras del pontífice en la intimidad de los tomadores de decisiones en el Estado y en las guerrillas, pero hay hechos ya históricos que mirados en perspectiva permiten deducir que, al menos en algunos de ellos, sí produjeron frutos de paz.

A Betancur lo sucedió Virgilio Barco quien con su lema “mano tendida y pulso firme” sostuvo desde el comienzo que “la paz no es un objetivo sino el resultado de una serie de tareas que nos hemos impuesto de acabar con la pobreza absoluta”, de donde se derivó la ampliación del PNR buscando relegitimar el Estado interviniendo en la “base de la población”. Y durante los últimos meses de su gobierno, comenzaron las negociaciones con el M-19, el Quintín Lame, el Epl y el Prt, que terminaron confluyendo con la convocatoria de una Asamblea Constituyente al comenzar el Gobierno Gaviria, como sello de dichos procesos de paz.

Ahora bien, cuando arranca la implementación del acuerdo con las Farc y avanza la negociación con la última guerrilla en armas, el ambiente no es de desesperanza como treinta años antes, pero sí contiene altas dosis de pesimismo e incertidumbre frente al futuro, producto, entre otras, de la polarización política inconducente y la corrupción en las altas esferas del Estado.

Y en este ambiente, recibimos la visita de su santidad Francisco, quien con el propósito de incentivar nuestra reconciliación, desde el discurso frente al Palacio de Nariño nos invitó a que construyamos “un país que sea patria y casa para todos los colombianos”; a que huyamos “de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses particulares”; a que comprendamos que “la inequidad es la raíz de los males sociales”; que “Colombia necesita la participación de todos para abrirse al futuro de la esperanza”, y que, de una vez por todas, nos demos cuenta de que ha sido “mucho” nuestro “tiempo pasado en el odio y la venganza”.  Todo lo cual se complementó en Villavicencio frente a las víctimas al decir: “Colombia abre tu corazón de pueblo de Dios y déjate reconciliar. No temas a la verdad ni a la justicia…”

Es de esperar que sus palabras produzcan frutos de reconciliación.

@CarlosAlfonsoVR