Enorme revuelo generó la presión que ejerció el representante a la Cámara Gabriel Santos a la Presidente de la corporación Jennifer Arias, para que firmara el proyecto de Ley que busca reducir el periodo de receso legislativo. Esta loable iniciativa busca que los congresistas no pasen tres meses del año recibiendo salario sin sesionar, un lujo que sin duda ningún otro colombiano puedo darse y un claro ejemplo del derroche de los recursos públicos que atraviesa Colombia.
La propuesta de Santos además es coherente con los principios de su partido que desde el 2010 viene hablando de la necesidad de tener un Estado austero. Es por esto que a muchos nos sorprendió la respuesta del Centro Democrático y de algunos de los colegas de Santos en el Congreso. En lugar de exigir a la Presidente, quien además es del mismo partido, que firmara el proyecto, salieron en gavilla a atacar al representante. Incluso me sorprendió que algunos se quejaran de las “formas” por cuanto el congresista pegó unos afiches de “se busca” exigiendo el cumplimiento de sus funciones a la Presidente, sorprende, porque el lenguaje del partido ha sido más duro para denunciar actos de corrupción de funcionarios de otras corrientes políticas, actos que además muchos colombianos aplaudíamos y considerábamos valientes. Pareciera que el racero cambia cuando se está gobernando.
A quienes vimos el espectáculo desde la barrera nos quedó la impresión que la bancada del partido de gobierno no está de acuerdo con la reducción del receso legislativo.
En un año pre electoral, en donde la imagen del Centro Democrático, incluso con sus propios militantes, está en su peor momento, desaprovechan una oportunidad para hacer un golpe mediático con un proyecto al que era muy difícil de oponerse. Prefirieron apostarle a la pequeña política, a la de las negociaciones, los acuerdos bajo la mesa, las tramoyas y la venganza, a esa de la que los colombianos están hasta la coronilla. ¿Dónde quedó el Partido de principios, de opinión, de ideas solidas con el que enamoraron a millones de personas en su fundación en el 2011? ¿Dónde quedó el pilar ideológico de implementar un Estado austero?
En esta columna he recordado en varias ocasiones esa frase que alguna vez dijo Lord Acton “El poder tiende a corromper, pero el poder absoluto corrompe absolutamente”. Esto pareciera pasarle a la Presidente del Congreso que, enceguecida por el poder, olvida que es efímero, que el 20 de julio del 2022 desaparecerá y solo quedará su legado, hasta el momento el de quien prefiere incumplir sus funciones para sacarse la espina de afectar un proyecto de quien no la apoyó, así esto esté en contravía de los principios del Partido que la avaló y de las personas que la eligieron. Todavía está a tiempo de levantarse del guayabo que deja la embriaguez de poder y firmar el proyecto del representante Santos y que sea en democracia, el Congreso en su trámite legislativo, quien decida si deben trabajar más. Señora Presidente Arias, ¡firme el proyecto!