Hace un año veíamos lejos un regreso a la normalidad, los gobiernos alrededor del mundo utilizaron toda su creatividad para imponer las más absurdas restricciones a la libertad, supuestamente basados en la ciencia (aunque nunca mostraron la evidencia). Recuerdo cuando la alcaldesa Claudia López prohibió comprar libros y revistas en los supermercados como si leer propagar el covid-19. Lo que si hacía leer seguro era tener una ciudadanía más y mejor informada que no se hubiera dejado imponer medidas restrictivas.
La pandemia también fue una excusa perfecta para que alcaldes y gobernadores despilfarraran recursos públicos en acciones que podrían ser el guion perfecto de una comedia, como el alcalde de Nilo, Cundinamarca, que lavaba los carros antes de entrar al pueblo como si en los vehículos se propagara el virus. No podríamos dejar por fuera las violaciones al uso de datos por parte de gobiernos como el de Medellín con su plataforma “Medellín me cuida”, datos que nunca supimos que uso tendrían y ahora de “casualidad” nos llegan mensajes ofreciendo diferentes estafas. Sin embargo, el premio mayor se lo gana el sector educativo, que condenó a millones de niños, niñas y adolescentes al atraso en su formación cerrando los colegios, mientras los profesores cobraban su sueldo completo.
Hoy por fin vemos el horizonte, el Gobierno decidió suspender la medida del uso del tapabocas y la exigencia del carné de vacunación a partir del 1º de mayo. La decisión llega tarde, pues la mayoría de los países desarrollados lo hicieron hace más de un mes, pero es acertada y en la dirección correcta. No obstante, vemos la luz al final del túnel, debemos hacer una reflexión profunda como ciudadanos de lo poco que valoramos la libertad. Guiados por el miedo y la desinformación dejamos que nos quitaran la libertad. Con esto no quiero decir que todas las medidas fueran absurdas y que algunas de ellas no estuvieran justificadas, ni basadas en la evidencia, estoy diciendo que a las más irracionales no nos opusimos, por el contrario, salimos a agradecerles porque supuestamente nos estaban “cuidando”, lo cierto es que en realidad nos estaban “controlando”.
Todavía continuamos con medidas absurdas, los niños siguen siendo los más afectados y todavía están obligados a usar el tapabocas en el colegio. Ellos necesitan más que nadie volver a verse la sonrisa, poder respirar con tranquilidad y sobre todo sentirse libres de nuevo. Ojalá el gobierno recapacite.
Por ahora nos queda celebrar volver a vernos la sonrisa, respirar con tranquilidad y volver a gozar de la libertad que con tanta creatividad nos quitaron durante dos años.