Exposiciones
“Protagonistas se caracterizan por su excesiva vanidad”
EL mes pasado, como sucede tradicionalmente, seguramente porque es época de vacaciones escolares y festividades patrias, se cumplieron eventos que, curiosamente, convocan gran afluencia de público y despiertan expectativas en nivel nacional: Agroexpo 2011; el inicio de sesiones ordinarias del Congreso de la Republica 2011-2012, y Ecomoda 2011. Tres escenarios disímiles, pero que en un ejercicio de reducción a su común denominador, guardan íntimas semejanzas.
En primer lugar hay que señalar que en los tres escenarios sus protagonistas se caracterizan por su exagerada vanidad, vanidad que en términos sicoanalíticos podría calificarse como autoestima o soberbia, uno de los siete pecados capitales en el lenguaje religioso.
Los expositores de Agroexpo exhiben sus ejemplares orgullosos de su esfuerzo; variedades de animales admirables que dan testimonio de la dedicación de sus dueños y de los avances de la ciencia y la tecnología por mejorar las razas para lograr un mayor rendimiento y economizar esfuerzos, según lo explican los zootecnistas que ilustran el tema. Claro que todo esto se publicita con la compañía de bellas damitas que se roban el show, a tal punto que los espectadores no saben a quien admirar más, si a la bella o la bestia y todo a pesar de las campañas feministas.
En el Congreso los ejemplares se pavonean orgullosos de sus ejecutorias o de sus proyectos. Con mayor razón lo hacen los ganadores en la competencia por los sitiales de distinción. Los presidentes y vicepresidentes de las Cámaras caminan por la pasarela sacando pecho y, como en la sesión solemne de los colegios, para la oportunidad lucen sus mejores trajes. Todo el espectáculo es consecuente con la coreografía de la ocasión y su íntima motivación: los políticos viven de su ególatra adulación, al igual que las prostitutas. “El gran político no sólo es un especulador, es también un cantante de feria”, dice Weininger. En esa feria de vanidades se construye la República que ellos proponen; por ejemplo, la de la senadora Gilma Jiménez.
Medellín se lució no con su Feria de las Flores sino con Ecomoda. El certamen, en la vitrina, busca mostrar la creatividad de los diseñadores de ropa, pero en el fondo se constituye en otro de exhibición de la mujer como modelo de la vanidad y deseo libidinoso. Niñas educadas para mostrarse y promover entre sus congéneres valores propios de la sociedad de consumo, de consumo de seres humanos.
Esto que se denuncia en tres actos aparece como expresión de una cultura que rebaja la dignidad de la mujer y denigra de una actividad noble como la política. No obstante, los “apóstoles” de la reivindicación de los derechos de la mujer y de la sociedad pasan de agache ante lecciones que penetran el consciente colectivo, determinando que el pueblo sea lo que es y no lo que se pretende que sea a partir de una educación que construya e infunda valores verdaderos.