BITÁCORA DE LA COTIDIANIDAD
La crisis del Sr. Cárdenas
“El futuro será de dramáticos conflictos”
EL comentario nada tiene que ver con las dificultades del señor Cárdenas cuando se desempeñó como Ministro del Transporte y un descuido suyo provocó el escándalo de “Dragacol”, episodio del cual quedó indemne, gracias al transcurso del tiempo que determinó la prescripción de las acciones que apuntaban a declararlo responsable de negligencia, descuido que a la Nación le costó pérdidas cuantiosas y que el Consejo de Estado sentenció que debía él reponer y, en virtud de una cuestionada decisión de la Corte Constitucional, (SU 881 de 2005), proferida como consecuencia de una discutida sentencia de tutela, dentro de una acción promovida por él, salió bien librado.
El profesor Mauricio Cárdenas, burócrata experimentado en distintas carteras en varios gobiernos, pariente de los Santa María, distinguidos comerciantes con el Japón; heredero de las amistades de su padre, el eterno gerente de la Federación de Cafeteros; hermano de la ex embajadora de Colombia en Tokio y ahora en Brasilia, no se sorprendió por los nocivos efectos en la economía a consecuencia del alza del dólar. Por el contrario, adujo favorece a la industria nacional. No obstante, hay quienes alegan que actuado con diligencia y previsión, el daño que sufre ahora el país por esa apresurada alza devaluadora del poder adquisitivo de la moneda nacional se hubiera podido atemperar racionalmente. Claro que a sus amigos los exportadores, el colapso los beneficia notablemente! Él no lo niega.
Hoy, a pesar de las insistentes opiniones críticas, el enfermero holandés Cárdenas insiste en vender “Isagen” y como buen autista no entiende ni atiende las observaciones que se hacen. Como le ocurrió al dueño de la fábrica de obleas, único sustento de su familia, prefirió venderla para comprar carro y no cuidar esta fuente de ingresos. Mejor apelar a los a los impuestos de la reforma tributaria que anuncia con sobrado orgullo. Es su filosofía neoliberal que tanto protege el capital privado.
Y el asunto es trascendental. El Presidente debe advertirlo. El palo no está para cucharas. El incremento del costo de vida afecta a la Nación entera. La devaluación está generando una insatisfacción de mayúsculas proporciones en todos los estratos y esta sentida inconformidad, necesariamente, tendrá que repercutir en el clima político que ineludiblemente se exige para que haya una respuesta positiva a las propuestas de paz que el Gobierno prepara. La paz se da en el estómago.
No se necesita entender los complicados jeroglíficos de los economistas para deducir que el futuro inmediato será de dramáticos conflictos, empezando por la protesta de los trabajadores que se sienten burlados con el incremento al salario mínimo que no compensa, de ninguna manera, el alza en el costo de la canasta familiar.
De pronto sería conveniente que el Presidente aprovechara sus intenciones de renovar el gabinete y reemplazara al arraigado burócrata por otra persona que preste mayor atención a las quejas de los ciudadanos y no se defienda con tutelas sino con honestidad.