BITÁCORA DE LA COTIDIANIDAD
El que roba a ladrón…
“Saquear la riqueza y vejar a naturales, política colonial”
El refrán popular absuelve a quien impone su justicia. Ese pensamiento de la filosofía vulgar corresponde al sentimiento que despierta la injusticia. Utilizando el discurso de los penalistas se concluiría que el ladrón que roba a ladrón no hace nada distinto que lograr la retribución que como fin tiene la pena. En términos sencillos: “ojo por ojo diente por diente”, es decir, el delincuente debe pagar lo que ha hecho.
Esa es la satisfacción que en el subconsciente colectivo se adivina al escuchar las opiniones del pueblo, cuando se discute si tiene o no razón el Presidente Santos al sostener que el tesoro del galeón San José no debe entregarse a los españoles.
La historia refiere que el general José Fernández de Santillan, comandante del barco San José en el cual pensaban trasladar a España los bienes - oro, plata, joyas y otras valiosas piezas arrebatadas a los criollos- fue sorprendido por la nave inglesa Kingston y luego atacada por el Expedition, combate en el cual naufraga el galeón español con toda su tripulación y cargamento, siendo la escena final de la batalla de Barú ocurrida entre el 8 y 9 de junio de 1708.
¿Por qué los ingleses atacaban a la flota española? Porque en esa época se disputaban el trono los Borbones y los Habsburgos, conflicto originado a causa de la falta de descendencia legitima de Carlos II y que duró desde 1701 hasta 1713 cuando se firmó el tratado de Utrechten. Guerra de Sucesión que nada tenía que ver con la surte de los pueblos del Nuevo Continente, salvo que para sostenerla se saqueaban las riquezas de las colonias a sangre y fuego.
Ningún derecho se puede alegar para reclamar propiedad sobre el cargamento que supuestamente constituye el tesoro por rescatar, pues a pesar de que la historia que se ha enseñado a los pueblos arrasados por los representantes de la Corona Española, en esas épocas del genocidio colonial, nunca se ha ilustrado verdaderamente y por el contrario, el propósito fue y siempre ha sido el de inculcar reverencia y pleitesía hacia los invasores, indudablemente la política de la época no era otra que saquear la riqueza y vejar a sus naturales.
Muchos episodios referidos fragmentariamente dan testimonio de esos crímenes. La muerte del hijo de la Cacica Gaitana por orden de Pedro de Añazco es uno de esos crímenes reivindicado por los pueblos indígenas, que muestran la avidez de los conquistadores y su afán por arrebatarles a los nativos sus riquezas y su vida.
Otros asesinatos podrían citarse para demostrar las tropelías que cometieron los colonizadores para satisfacer sus apetitos. Así, por ejemplo, obraron con el Cacique Quemuenchatocha cuando desesperadamente buscaban sus tesoros y para obligarlo a confesar lo sometieron a toda clase de torturas, lo mismo que a su pueblo.
Seguramente en estas épocas se pueden aducir argumentos para justificar la reclamación, pero ninguno tiene razón ante esas evidencias.