Celac, terapia conveniente
“Mensaje de esperanza que ayuda a contrarrestar a enemigos de la paz”
Para entender la utilidad de la Celac -Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe- , es preciso remontarse a la época de las luchas emancipadoras, cuando los pueblos sometidos a la tiranía de la Corona española intentaban liberarse y unir esfuerzo para lograr consolidar su independencia. La unión hace la fuerza. Estas naciones, recientemente organizadas, sentían amenazadas su soberanía por el imperio y para protegerse intentaron, a instancias del Libertador, conformar una comunidad; la idea prístina aparece consignada en la “Carta de Jamaica”, texto escrito por Bolívar el 6 de septiembre de 1815, propuesta concretada en el Congreso de Panamá o Anfictiónico reunido entre el 22 de junio y el 15 de julio de 1826. Su meta era reunir a los países americanos en un organismo internacional que liderara su integración.
Es importante destacar que en el documento de 1815, dirigido al ciudadano inglés Henry Cullen, el Libertador hace esta observación: se refiere a la indolencia de los países europeos frente al atropello que España cometía contra los pueblos americanos: “No sólo los europeos, pero hasta nuestros hermanos del norte se han mantenido inmóviles espectadores de esta contienda”.
Desde esos años el imperio del Norte se ha mostrado receloso de las soberanías de los países latinoamericanos y de ahí que su participación en el Congreso de Panamá no fue precisamente la más colaboradora y no ha dejado de serlo; de ahí que, al término de la reunión en La Habana, Washington haya denunciado que los países miembros de la Celac han traicionado los principios de la democracia. ¿Cuál democracia?
La manifestación del gobierno de los EE.UU., inmediatamente tuvo su caja de resonancia en el país y los enemigos del proyecto de paz del gobierno no se demoraron en censurar el apoyo que los congregados por la Comunidad le dieron a la iniciativa que se discute en Cuba.
No cabe duda de que existe una campaña soterrada para sabotear las conversaciones de Paz y por esa razón el respaldo que recibió el presidente Santos en Cuba fue inmediatamente objeto de acerbas críticas. Una audaz salida, pues con habilidad “foucheniana”, se han distorsionado realidades o especulado con suposiciones para desilusionar al país de sus esperanzas de llegar al comienzo del final. El führer de la guerra insiste en capitalizar éxitos a costa de la confrontación y la insurgencia no cae en cuenta de que con su beligerancia no hace otra cosa que patrocinar el descrédito de las conversaciones.
De todas maneras, hay que admitirlo, el dialogo de los países miembros de la Celac deja un mensaje de esperanza, por su semejanza con una terapia de grupo. De por sí ya es suficiente para crear factores de presión que contaminan el ambiente y lo hacen propicio para que coseche la paz. De ahí tienen que partir soluciones a las propuestas guerreras de los mercaderes de la muerte y los beneficiarios de su miseria.