¡Aborto!
"Aquellos que empiezan quemando libros, acabarán quemando hombres.”
El año se inicia con la campaña por los escaños en el Congreso de parte de las sectas que integran las fuerzas vivas de la Nación. Las ideologías de estas cofradías no se distinguen. Sus ambiciones se reducen a detentar el poder para satisfacer las necesidades de sus grupos, que no son nunca las necesidades de la colectividad. De ahí que sus diferencias no son distintas a las de los equipos de fútbol que compiten por la copa nacional; ni liberales ni conservadores, tampoco los de la U o los polistas se diferencian del Mira o de otros movimientos; con algunas excepciones de idealistas que creen que hay que reivindicar convicciones diferentes a las que alimenta la sociedad de consumo.
Los electores deben exigir a los candidatos que hagan discursos coherentes con los temas que dividen al país. Que si sus representantes eligen magistrados o procuradores escrute su opinión respecto de temas sensibles. Que no se engendren Savonarolas que valiéndose de la simonía persigan a la comunidad Lgtb o censure el aborto por fanatismos religiosos y sin respetar los derechos que se comprometen en estas actitudes humanas estigmatizan la disidencia y la libertad de cada quinen. Que antes que defender la vida del que está por nacer se defienda realmente la vida del que nace; la de la madre abandonada, violada o mendicante; promover una cultura social que predique el sexo responsable.
Decidir conscientemente si se apoya a legisladores que promuevan la ruina nacional patrocinando tratados de libre comercio que acaban con la industria nacional y promueven el desempleo o por los que piensan que hay que encontrar un sano equilibrio para evitar la invasión de productos extranjeros que compiten con la mano de obra del país en condiciones desventajosas.
Exigir compromisos con las reformas que demanda la organización de la justicia, la salud, la educación, el régimen departamental y municipal y que ese compromiso se traduzca en una militancia que este en capacidad de promover la censura de quienes lo incumplan; lo electores no pueden seguir siendo unos convidados de piedra frente a la gestión de sus representantes.
Un estatuto serio de oposición deben garantizar el derecho de los electores para revocar el mandato no solamente a los gobernadores y alcaldes, debe facilitar la gestión para promover la censura de los infieles políticos, los prestigiadores; la oposición no puede ser un monopolio y menos sabiéndose como se sabe que acallarla resulta fácil cuando se cuenta con el presupuesto de la contratación y la nómina oficial.
Si la soberanía es popular, como lo declararon los reformadores del siglo pasado, hay que hacer de ese sueño milenario una realidad y no patrocinar su aborto como tantos otras ilusiones que se han esfumado en la falacia y el engaño de la retórica parlamentaria. Los avances de la Constitución están amenazados y agonizan sin doliente. He ahí la tutela moribunda por la sostenibilidad fiscal y la Corte aplaudiendo!. Hay que meditar el voto.