Río revuelto…
En el cabo Serranilla, punto más al norte del país en el mar Caribe, una patrulla de la Armada Nacional sorprendió un barco pesquero nicaragüense, obviamente, desconociendo la soberanía, pero más grave aún, pescando una especie en vía de extinción, el caracol pala.
La patrulla detuvo a los marineros y se iniciaron los procedimientos de rigor; lo cierto es que este incidente no es el primero ni será el último, de aquí para allá y de allá para acá continuarán dándose hasta el día de san Blando y salvo que haya un personaje que lidere un arreglo, “vendrán incidentes mayores”. Quizá una conciliación entre las partes, pues no se ve otra alternativa, porque los recursos judiciales no tienen asidero, por ahora, y la alternativa del doctor Uribe, propia de su natural belicosidad, no tiene lógica; sería propiciar una conflagración que le brindaría oportunidad a los pescadores de conflictos de ganar en río revuelto.
En las explicaciones que el expresidente Uribe dará ante la Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes, ahora que al fin se escuchó la petición del parlamentario Germán Navas Talero de llamar a un responsable para que dé cuenta de lo ocurrido, tendrá que aclarar la desidia con que se enfrentó el proceso ante La Haya. Claro que, lo propio, como lo observo el editorial de El Nuevo Siglo, el 5 de mayo, es que se haga el debate que el parlamentario ha venido solicitando, con la presencia de los expresidentes responsables, Pastrana y Uribe
En el fallo del Tribunal se observa esta perla: “133. El presente caso fue sometido a la Corte mediante la Demanda de Nicaragua, no mediante un acuerdo especial entre las Partes, y no existe demanda de reconvención por parte de Colombia. Son, por tanto, la Demanda Nicaragüense y las pretensiones de Nicaragua las que debe ser necesario analizar para determinar lo que la Corte está llamada a decidir”.
Que aclare el expresidente por qué no se propuso una reconvención; ¿no hay aquí una negligente representación de los intereses colombianos? Claro que, según la teoría que al respecto expone en su columna de El Tiempo Laura Gil, objetando las disculpas de Noemí Sanín, todo lo que al respecto del mar continental de Colombia se dice, es un cuento chino. También será un cuento chino lo que observa la sentencia de La Haya? Ojalá que lo que el doctor Uribe alegue ante la Comisión no se convierta en un asunto de reserva nacional.
Dice el editorial y con sobrada razón: “Es increíble, han pasado seis meses de la providencia de La Haya contra Colombia y ni siquiera se ha dado un debate en el Congreso”. La indiferencia del Parlamento es inadmisible y no se aduzca que este es un tema reservado al Gobierno, pues parte del control político radica en las explicaciones que hay que pedir y que alguien tiene que dar.