La voz Colombia
El concurso organizado para escoger “la voz cantante” de Colombia deja muchos sinsabores y todo porque el sistema de eliminación de los participantes es arbitrario. Es arbitrario, incluso, a partir del proceso de selección de los candidatos; la subjetividad de los jurados es la regla de calificación y, para completar, la facilidad a la fanaticada para invertir su dinero termina convirtiendo el resultado en una compra de votos. No podía pensarse un escrutinio distinto si al fin de cuentas esa es la cultura nacional o si no, imaginémonos que la elección del Procurador se sometiera a un procedimiento rigurosamente democrático, sin favoritismos.
Tradicionalmente las elecciones colombianas han sido amarradas desde el comienzo y las tácticas muy variadas, van desde el chanchullo hasta el fraude descarado, pasando por la compra y venta de votos, la simonía, la clientela y otras formas de corrupción. Tratándose de la elección del Jefe del Ministerio Publico el asunto es de una gravedad mayúscula, pues se trata de elegir a quien debe simbolizar al guardián de la legalidad, el derecho y la justicia; supuestamente un Magistrado inmaculado y por lo mismo limpio de pecado original. La elección de la autoridad ha sido uno de los más intrincados problemas de las sociedades; en los comienzos las autoridades no se elegían, se imponían a partir del empleo de la fuerza. Otras formas mas sofisticadas acudieron a la fe y se inventaron la teocracia y de ella se derivo la herencia y la monarquía. Por último, apareció la democracia aparejada del voto popular, así se escogían los estrategas. Sin embargo, todo falló. El voto se convirtió en objeto de comercio, el pobre “vendía su voto, y como las ocasiones de votar eran frecuentes, podía vivir. En Roma se ejercía ese tráafico regularmente y a plena luz” (Fustel de Coulanges). No cabe duda de que la terna presentada para que el Senado escoja al Procurador es un formalismo. El resultado está cantado, esta es una conclusión que no demanda prueba, es un hecho notorio. El Savonarola del piso 25 tiene asegurada su reelección, los otros dos candidatos, la doctora María Mercedes López y el doctor Orlando Gallo, juristas de reconocida idoneidad y alcurnia, no deberían hacerle el juego a la grosera trapisonda y declinar el “honor”. Con una actitud de este talante estarían demostrando su virtud para aspirar al cargo. Pero volviendo al tema inicial, cuando hay que escoger entre varios candidatos sin vara sabia con que medir, lo más aconsejable es acudir al sorteo, dejar a la suerte la definición de la duda y la incertidumbre, si todos tienen aparentemente las mismas cualidades. Esta fue la fórmula de la teocracia, esa que tanto gusta al Ministro Ordóñez. Tanto los griegos como los romanos, antes de las revoluciones, nombraban a sus magistrados valiéndose del sorteo. Un consejo para que los jurados de “La voz Colombia” se laven las manos.