Pedagogía tributaria
El proyecto de reforma tributaria presentado por el Gobierno al Congreso tendrá que discutirse a las carreras, pues se supone que su vigencia será a partir del aproximo año, para que su aplicación sea en la vigencia fiscal del 2013. De lo contrario seria un ejercicio inane o, al menos, prematuro porque solamente se podría aplicar para el 2014. Ojala que esa prioridad no motive que las normas se aprueben improvisadamente, como ocurrió con la frustrada reforma constitucional a la justicia: un fiasco vergonzoso.
Hacer reformas tributarias es tarea complicada. Nada sensibiliza más a la sociedad que el cobro de los impuestos. Las revoluciones o revueltas, no importa como se les llame, han tenido su causa en la tributación. Cuando la plebe en Roma decidió establecerse en el Monte Sacro y colocarse a salvo de la autoridad del Senado, lo hizo acosada por las deudas y los impuestos. También, cientos de años mas tarde, los Comuneros se rebelan contra las autoridades de la Colonia hastiados de los impuestos que los alcabaleros recaudaban sin consideración. La lista es interminable.
Los informes de prensa alusivos a los temas de la reforma anuncian las modificaciones que sufrirá el impuesto al valor agregado, IVA, impuesto que se incrementará en algunos servicios considerados como de lujo. ¡Se trata de la medicina prepagada y la seguridad privada! No se ha explicado con seriedad el criterio a partir del cual se estima que quien se ve obligado a pagar por su cuenta y riesgo un seguro de salud esté invirtiendo en servicios de lujo. Sencillamente y en términos crudos, el usuario se está protegiendo contra el pésimo servicio de salud estatal. Lo mismo puede decirse respecto del contrato de la seguridad privada; quienes recurren a ese gasto extra lo hacen porque saben que la vigilancia oficial o policial es insuficiente e insegura. En otras palabras, se está subsidiando al Estado para colaborarle en la prestación de un servicio de suyo irrenunciable. Las autoridades de la Republica están constituidas para proteger a las personas en su vida, honra y bienes consagra la Constitución, como uno de los fines del Estado.
Estos servicios se financian, principalmente, con los impuestos de todos, luego no es razonable cobrar un impuesto más a quien colabora, por su cuenta y riesgo, para que el Estado pueda sobrellevar esa carga.
Aparte de lo anterior sería conveniente y necesario que la reforma se ocupara en racionalizar los procedimientos tributarios. Hacer que estas reglas sean comprensibles para la mayoría de los contribuyentes. Que el ciudadano del común pueda cumplir sus obligaciones a este respecto sin tener que acudir a intermediarios tramposos o especialistas que hacen que lo simple se convierta en ciencia oculta. Si el contribuyente puede cumplir sus obligaciones sin mayor inconveniente muy seguramente el recaudo aumentara y mejor si el recaudo es justo y revierte en beneficio de las clases más necesitadas.