FERNANDO NAVAS TALERO | El Nuevo Siglo
Miércoles, 3 de Octubre de 2012

De todo un poco

 

Hay palabras que terminan imprimiendo carácter, generando cultura. La crónica nacional, por ejemplo, se acostumbro a la poquedad. La información que se recibe de los medios es poca y lo es porque los comunicadores cuando se ocupan en los temas que interesan al público, seguramente por razones de espacio o tiempo, se limitan a averiguar un poco acerca del tema. Habitualmente, cuando se entrevista a un personaje es frecuente que se le pida que “explique un poco” o que “cuente un poco” o que “hable un poco”; igualmente los resúmenes no son síntesis sino “un poco” del contenido del discurso, el proyecto o el acontecimiento.

Con sobrada razón, don Guillermo Franco Camacho, en su columna del domingo pasado, titulada “ Chismes”,  en El Nuevo Siglo, se queja al respecto y señala que para informar hay que “estar en conocimiento de todos los elementos pertinentes” “ para evitar opiniones que perjudiquen injustamente al prójimo”.

Informar un poco, explicar un poco, hablar un poco, investigar un poco, es tanto como no llegar al fondo  y por esa vía se llega a la desinformación, al desconocimiento, en síntesis, a la mediocridad y, por supuesto  al error, porque una verdad a medias, dice el adagio popular, es la peor de las mentiras.

Ocasiones hay en que no obstante, supuestamente, se trata de “hablar un poco” se abunda en exceso, especialmente cuando se brinda la oportunidad a quienes el micrófono o la cámara de televisión les provoca un éxtasis; sin embargo, la advertencia de que se trata, conforme a la muletilla, de “un poco”, queda la sensación de que el tema no se trata a fondo.

Preferiblemente, antes que “hablar un poco”, seria mejor  acudir a la síntesis, ejercicio que requiere esfuerzo pero a la larga supone que se han considerado el mayor número de circunstancias necesarias para lograr un conocimiento integral o al menos proporcionado de los datos suficientes para poder adelantar una indagación más certera y completa que intenta cubrirlo todo.

La trascendencia  del “poco” radica principalmente en que las gentes se acostumbran a saber solamente lo adjetivo y en ese orden asumen la vida superficialmente, sin preocuparse por llegar al fondo y así, naturalmente, todo lo que se aprende y colma el conocimiento es precario, poco,  del tal forma que la vida transcurre poco a poco y sin avidez de descubrir la verdad.

Un mar de conocimientos de un centímetro de profundidad. Obviamente que quien se acostumbra a  satisfacciones a medias no se preocupará por llenar los inmensos vacíos y careciendo de argumentos para discurrir será presa de la retórica y  opiniones de aventureros y manipuladores. El por qué y por qué, propio de las mentes vírgenes y la natural propensión a la filosofía fallece por ese oscuro, gris, mediocre del saber solo un poco que termina convirtiéndose en actitud de impotencia para tener una opinión propia.