Lo que no puede decir la prensa venezolana en sus ediciones impresas, lo cuenta en mensajes por internet, de corta duración para su lectura, o mediante llamadas telefónicas con más intensidad desde estados vecinos a Colombia.
Después de elecciones regionales se ha intensificado espionaje en distintos sitios públicos para detectar a los críticos y sus movimientos, en medio de desempleo y rebusque de subsistencia.
Toda comunicación de particulares, al igual que el periodismo independiente, se prohíbe, en cuanto tengan rechazos al Gobierno, o a la Asamblea Constituyente, que también manda a la cárcel a opositores.
En la frontera, colombianos atienden no solo versiones de periodistas venezolanos, sin medio y sin trabajo, sino también el incremento de la temperatura ambiente del vecindario, tenebroso, con más acelere dictatorial.
Es la extensión de la sombra de poder para ejercer el mando, recurriendo a integración de agentes encubiertos, como novela o película, con dictador protagonista. Y faltan dos elecciones.
El restringido ingreso de papel periódico, centra vigilancia al centímetro, sobre -El Nacional y El Universal- , dos medios tradicionales con la mayor circulación; se han reducido en puestos de venta.
La entrega de papel es contabilizada bajo control de la Guardia Nacional en el descargue; los policiales entran y salen a instalaciones y residencias particulares, - como Pedro por su casa.-
En el aeropuerto Maiquetía, en Caracas, la inspección uniformada y de civil, está reforzada con ejército, en terminales de carga, despacho de pasajeros, pasillos y en las pocas cafeterías que quedan.
El espionaje tiene ojos y oídos en colas para ingresar a expendios con lánguida oferta de productos alimenticios; somete además a chequeo, a portadores de bolsas y paquetes con peso controlado.
El drama de angustia, incluida trasnochada o amanecida, está en la venta de medicamentos, si es que el abastecimiento aguanta, tanto como el valor de los mismos, ante la escasez de bolívares.
Los espías con disfraz de compradores están atentos a identificar en filas, a quienes se quejan de Maduro y de la Asamblea Constituyente.
Hay seguimiento a personas de todas las edades. La guardia exige a los quejosos, nombre y dirección de vivienda, con recriminación por su protesta y, les advierte detención si reinciden. Hay desaparecidos en estados vecinos a Colombia.
El procedimiento se repite en restaurantes comunales y de categoría, al igual que en taxis en todas las ciudades.
Son escenas que reviven - ´Contra la censura,´- libro del surafricano, John Coetzee, Premio Nobel en 2.003; define a los dictadores “como narcisistas y sádicos”.