Tregua a la tregua
Todo parece indicar que a partir del próximo 20 de julio y hasta el 20 de noviembre de este año, el accidentado proceso de paz que vive el país entrará en su etapa definitoria. Es muy probable que entonces nos encaminemos con paso firme al fin del conflicto, desde luego logrando esa paz pero sin impunidad, así sea negociándola en el marco de una justicia transaccional. Mientras tanto país se encuentra partido por mitad entre los optimistas y los pesimistas. Entre los que queremos ese acuerdo y quienes solo quieren ver a las Farc derrotadas y aniquiladas militarmente.
Pero hay que ser realistas. Esto último será muy difícil de que ocurra y demandaría entonces que el Estado continúe por décadas en un enfrentamiento demencial y sangriento como ha sucedido en los últimos cincuenta años. La otra verdad es que sería iluso pensar que los jefes guerrilleros -los duros de la guerrilla más rica del mundo- bajen del monte para meterse en una cárcel. Habrá que lograr opciones en donde se respete la verdad, se signe el arrepentimiento y se establezca el perdón.
Para todo ello las Farc tienen que deponer su prepotencia y dejar de lado su cinismo y el Gobierno por su parte debe diseñar las estrategias necesarias para garantizar la reinserción con seguridad y posibilidades de militancia política. “Es mejor tenerlos en el Congreso que en el monte”, ha dicho Santos y tiene razón.
El mandatario parece tener muy claro todo lo que está en juego y muy seguramente que debe importarle es su paso a la historia y no las ridículas posibilidades de un desprestigiado Nobel de Paz. Las Farc, por su parte, seguramente ya se han dado cuenta de que el tiempo se le agota para aprovechar una oportunidad dorada que no se volverá a presentar en décadas.
Hoy quisiéramos recabar sobre el papel de los medios de comunicación y de los periodistas en este episodio nacional. Ellos harían bien en comprometerse visceralmente con la suerte del proceso y no seguir, simplemente, explotando como cantera de información muchas veces contradictoria y manipulada. Ellos son los llamados a construir esa confianza que debe ser la base fundamental de toda negociación. Una confianza que blinde de credibilidad todas las situaciones y circunstancias los esfuerzos que se hagan en La Habana. Pero sobre todo deben ser extremadamente cuidadosos durante estos próximos cuatro meses, para ayudar a cuidar la criatura y defenderla de los enemigos agazapados de su espléndido futuro.
***
Adenda
En el entreacto el presidente Santos ha comenzado por recomendar desescalar semánticamente el conflicto, comenzando por mermarle a los insultos personales. ¿Le harán caso el nuevo Mindefensa y sus generales?