Cantos poéticos
“La palabra debe servir para sembrar amor y perdón y no odio ni olvido". Así resumió Jorge Eliécer Castellanos, a sus tres centenares de contertulios, el espíritu de su obra literaria que ya abarca varios años y diversos géneros. También con esta amonestación quiso plasmar lo más característico de su talante y de su personalidad. Es esta manera de ser y de vivir, la que nos convocó a sus amigos cercanos en la noche de su consagración como poeta de espléndidos quilates.
Su lanzamiento lírico Cantos Poéticos tuvo como marco el paraninfo de la Academia de la Lengua, animado sinfónicamente por las excelsas interpretaciones de la gran orquesta de la Policía. Rodeado de las hermosas estatuas del Olimpo, encabezadas por las de Dante y Cervantes, Castellanos nos desnudó su alma de poeta, que escondió celosamente a quienes le conocíamos y admirábamos su donosa prosa, sus dotes jurídicas y sus enseñanzas empresariales.
Fue una velada para el recuerdo de quienes quisimos acompañarlo por el cariño, la admiración, el respeto y sobre todo el afecto que le tenemos al amigo de las horas difíciles y de los momentos de apremio, así como de los instantes de esparcimiento. Esa clase de amigo que él mismo describe como " ...apoyo desenfrenado en necesidad/ amor, entrega y confidencialidad/ solidaridad en horas de desencanto/ Vales tesoros en la puntualidad/ prohija compromiso y gratitud/ hermanos de plena excelsitud/ tiende la mano con oportunidad/..."
"Compartimos y vivimos como nuestros esos momentos de triunfo del gran compañero y todos a una como en fuenteovejuna celebramos sus gozos en familia y con placer entrañable festejamos una vida plena de realizaciones en un mundo de caprichos y complejos/ de jóvenes y añejos / de tristes y pendejos/ de vivos y tontejos / de seres infrahumanos / de sirios y troyanos / de desórdenes y cabizbajos / de mulas y de sabios/ de góndolas y barcos/ de pájaros extraños / de robots y manipuladores/ de sucios y antropoides/..."
No falta el brindis contrastado: “En medio de todos, te digo salud/ embriagado por mi felicidad, por / el paso del tiempo, por el cariño y por la familiaridad / Te canto salud, te abrigo feliz/ Te digo te quiero en el atardecer en el/ fin del día en todo su fenecer.../ Así es la vida, de contrastes y olvido, de perdón y sin sentido/. Te digo salud y brindo por ti/ No sé por qué lo hago./ Me inunda tu presencia y brindo por ti,/ aunque amor mío,/ de mí te hayas olvidado,/"
Con su humildad de siempre sólo pide "Déjame pasar": Como el agua en la cascada,/ como el río bajo el puente/ Como la vid inteligente,/ como la nuez moscada./ Como el hielo al caer,/ Como novia al altar./ Como barco en alta mar./ Como canto al fenecer./ Como viento despedido/ Como la nave del olvido/ Como hombre entendido./ Como en la intimidad./ Como palabra de verdad./ Déjame pasar y olvidar".
Y como periodista visceral, seguramente pensando en los diálogos de La Habana eleva su personal plegaria:"Quien pide perdón para perdonar/ ya está perdonado/ Quien perdona fácilmente, fácilmente aleja las espinas de su cuerpo/ El perdón olvida las espinas/".
Sus más bellas estrofas son para la mujer que ha sido su "puerto y su destino seguro", su musa de todas las horas Clemencia: "Me propuse enamorarme.../De tu manera de amar y ser amada.../de la forma única de ver las cosas./De la complicidad, del amar y de la amante./ Me propuse enamorarme...de tu esencia de bondad/ y me casé contigo/ hasta la eternidad./"
Esa noche inolvidable el Olimpo le dio complacido la bienvenida al nuevo vate.