Relatos Salvajes
Están presentando en Cinemanía, al norte de Bogotá, una espléndida película argentina que se titula Relatos Salvajes, una proyección de cinco episodios cuyo hilo conductor es la pérdida del control por parte de sus protagonistas. El último de éstos muestra cómo la ira, el odio, la intolerancia hacen explosión en el corazón de una boda bonaerense y visualiza el cruel y salvaje enfrentamiento entre la pareja de recién casados.
La desposada, en pleno ágape nupcial, descubre el descarado coqueteo de su novel marido con una de las invitadas y entonces se inicia un carrusel de situaciones, cada una más delirante que la anterior, en donde ella empieza una batalla campal, cuya primera escena es hacer el amor con un desconocido -el cocinero del banquete- y amenazar hacerlo con todo el que le muestre cariño. Anunciándole la inmediata ruptura le advierte que lo dejará en la ruina.
Su regreso al convite se vuelve un alucinante frenesí, porque la ira, el odio y la intolerancia se apoderan de los protagonistas.
Y todo porque los personajes centrales han perdido el control de sí mismos y de las situaciones que su conducta acarrea.
Esperamos no molestar a alguien pero viendo estas locuras cinematográficas no podemos menos que compararlas con muchas circunstancias de la vida real tanto en nivel personal como social y, por qué no decirlo, en nivel político. Por ejemplo, el caso de intolerancia que se vive actualmente entre el uribismo y el santismo y en especial entre las dos cabezas de la confrontación Son, sin lugar a dudas, dos novios despechados y ninguno de los dos da su brazo a torcer. Vean la cinta y nos darán la razón...
Esta comparación la hacemos con una gran dosis de esperanza, confiando que -como en el filme- haya un final feliz para los dos protagonistas como aparece en la película argentina. Por eso mismo aplaudimos los esfuerzos que en esa dirección están haciendo líderes políticos y jerarcas religiosos.
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Adenda
Con motivo del pleito de ETB y Comcel, las grandes decisiones de nuestro sector TIC, infortunadamente, pasaron de resolverse en entidades técnicas y conocedoras como la Comisión de Regulación de las Comunicaciones, CRC, a ser resueltas en el Tribunal Andino donde cuatro magistrados, sin mayor conocimiento del sector, terminan interpretando leyes locales y dictando cátedra en una materia muy compleja y especializada. Vale la pena que el Estado colombiano piense a fondo si debiera proponerse una reforma pues muchos sectores pueden ir por la misma vía y generar desórdenes y riesgos fiscales al Estado de una magnitud incalculable.