Oportunidad conservadora
Tenía que pasar lo que pasó: el Consejo Nacional Electoral no se atrevió a desconocer la legitimidad de la Convención Conservadora -no podía hacerlo- y dejó en manos del Directorio Nacional Conservador ratificar o no la candidatura presidencial de Marta Lucía Ramírez. Desde luego esta responsabilidad no la podrá eludir el órgano rector de nuestra colectividad y es de esperar que la sensatez impondrá una unidad de tal espectro y proyección que permitirá catapultar a nuestra candidata a la segunda vuelta de los comicios presidenciales. Si esto sucede es muy seguro que el partido estará luchando por llegar al Palacio de Nariño con mucha probabilidad de lograrlo.
El Partido Conservador colombiano no puede seguir siendo un simple apéndice de gobiernos de mandatarios liberales, por mucha mermelada que les den a sus dirigentes y parlamentarios. El Partido Conservador, en sus mejores tiempos de la historia electoral reciente podía colocar el treinta por ciento de la votación total, lo que traducido en cifras de hoy, bien podrían ser tres millones de votos contantes y sonantes. Ese extraordinario caudal en manos de una mujer aguerrida, brillante y audaz, es una garantía de triunfo que hace mucho no tenía el partido entre sus presupuestos.
No hay que llamarse a engaño. Ninguno de los otros candidatos a pelearle a Santos el puesto tiene ni remota posibilidad de lograr estos guarismos. Repetimos, si hay cordura, sensatez y por ende unidad monolítica. Los parlamentarios que han sido partidarios de continuar gozando de las prebendas del presupuesto y se han contentado con las migajas que caen del banquete de los liberales de todos los pelambres que han ocupado la Presidencia, deben reflexionar y darse cuenta de que si el partido termina triunfante el goce pleno de poder es mucho más satisfactorio en cuanto más directamente se puede administrar.
El partido tiene que comprender que la candidatura oficial de Marta Lucía Ramírez es una candidatura de lujo, la cual si es acompañada en esta etapa final por todos nuestros parlamentarios y dirigentes regionales puede transformar en programas de gobierno nuestros programas partidistas. “No hay enemigos a mi derecha” solía pregonar ese gran periodista y dirigente político, Silvio Villegas. Ese debe ser el eslogan de la campaña de Marta Lucía. Ella, si la apoyan sin reservas, no solo le va a cumplir al país sino que lo va a encumbra por sendas nuevas de innovación y cambio, tan necesarios en este nuevo siglo.
Los conservadores santistas tienen que comprender que el ciclo del candidato-Presidente es un ciclo por terminarse. Si el partido le niega a nuestra candidata su apoyo en los términos que ella lo necesita, veremos cómo otra candidatura -la de Enrique Peñalosa- terminará por imponerse. No tenemos ninguna reserva contra esta candidatura. Por el contrario, reconocemos su gran atracción y por ello es que exhortamos a los copartidarios a rodear a nuestra candidata, para que ella lo pueda superar y pueda lograr ese mano a mano con el actual mandatario. Es una lástima que otro gran colombiano y gran conservador, el grecocaldense Óscar Iván Zuluaga, se presente en el escenario como un títere de las consigas del expresidente Álvaro Uribe, entre otras cosas, el gran responsable de la actual crisis de identidad azul de la que nos quiere rescatar Marta Lucía.