Club político que cierra sus puertas
El partido conservador colombiano prosigueconfiado y airoso su marcha triunfal por la reivindicación de sus valores doctrinarios pero, sobre todo, por el rescate de su pisoteada dignidad. En las últimas horas ante el Registrador Nacional Electoral oficializó la candidatura de Marta Lucía Ramírez, que un puñado de parlamentarios han querido poner en entredicho. En ese mismo acto nuestra candidata escogió como fórmula para la vicepresidencia a Camilo Gómez, un aguerrido dirigente de las entrañas del pastranismo.
Se ha protocolizado ante la historia la voluntad azul de hacer campaña con candidatura propia y demostrar a propios y extraños que nuestro partido quiere aprovechar las inmensas posibilidades que le brindan la conducción directa, y no en cuerpo ajeno, del Estado. El partido ha comprendido que los cientos cincuenta años que figuran en su hoja de vida, al frente de los destinos nacionales, son un patrimonio que no se puede desconocer contentándose con ser un simple apéndice burocrático del liberalismo o de los movimientos políticos que han llegado a la Jefatura del Estado.
Es el acta de defunción y de cierre de actividades de un Club Político conformado por muchos de nuestros parlamentarios convertidos en camarilla y engolosinados con la mermelada santista. Un Club que ha secuestrado por años nuestra doctrina, de por sí ajena a todo personalismo, y que, en su nombre, ha pervertido a nuestra clase política, al convertirla en grupúsculos regionales tan solo interesados en personales cometidos. Un Club de socios de segunda, cuando no de tercera clase, en no pocas ocasiones tan solo preocupados por la contratación y por el clientelismo de menudeo.
Afortunadamente todo eso parece estar llegando a su final y de la dimensión que Ramírez y Gómez le impriman a su campaña reivindicadora dependerá volver al Palacio de los Presidentes como inquilinos con plenos derechos y no como visitantes de ocasión o invitados de relleno a comilonas del mandatario de turno. Es el momento de unir voluntades y dejar atrás viejos celos y recelos y todos a una convencer a nuestro electorado que es la hora del triunfo y no de las componendas y trapisondas oportunistas.
Estamos convencidos de que la tarea constitucional y legal del Consejo Nacional Electoral es velar por la pureza del sufragio y garantizar a los colombianos el libre ejercicio de su voto, no la de inmiscuirse en asuntos internos de los partidos. Por ello nos entusiasma la recusación que se les ha hecho a siete de sus nueve magistrados por estar juzgando en causa propia. Los liberales, hoy sólidamente unidos, son los más interesados en dividir al conservatismo o si no que lo diga la historia nacional. Por ello es bienvenida esa recusación y la esperanza de que sean unos conjueces imparciales los que digan la última palabra al respecto.
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Adenda
Preocupante la crisis que vive el estamento militar por causa de las revelaciones de la revista Semana. “Cuando el río suena piedras lleva” dice el adagio y desde siempre se ha sospechado de no pocos generales que se han enriquecido en el mando. El Presidente debe estar atento a las investigaciones y evitar que éstas se conviertan en una cacería de brujas.