La paz como botín de guerra
Pasó lo que tenía que pasar. El actual proceso de paz terminó convertido en el gran botín electoral. El presidente Juan Manuel Santos se juega su reelección y con ella su futuro político, a la firma de un acuerdo con la guerrilla y el expresidente Álvaro Uribe Vélez se juega su vigencia política al fracaso de la negociación y a que se haga necesario el retorno para seguir echándoles bala a los insurgentes y terroristas. Es decir, otros cincuenta años de desangre. Demencial. Pero en eso precisamente estamos: convirtiendo la paz en un botín de guerra.
Así las cosas, negociando la anhelada paz en medio de la confrontación armada, y como si fuera poco en medio de la confrontación dialéctica. Nuestras trincheras convertidas en un verdadero polvorín. Y como telón de fondo una gresca de todos contra todos, en donde todo vale y no hay bala perdida. Hasta tal punto que hoy no se sabe si sería más importante para nuestro futuro como nación firmar un acuerdo de paz con la guerrilla o hacerlo primero con la oposición. A tales profundidades hemos llegado. Un botón de muestra: los más duros epítetos se los lanzan entre sí los políticos del establecimiento y no, como sería de esperarse, del lado de los guerrilleros. Como dirían las señoras bogotanas: ¡Márquez y los suyos tienen más modales que Pastrana, Gaviria y Santos. mijito!
El Gobierno trata de ocultar la gravedad del momento a punta de cuñas publicitarias (A propósito, ¿por qué el Procurador no las prohíbe si son descarada intervención oficial en politica?). Los partidos políticos están dedicados a confeccionar sus listas, todas de una pobreza que da grima y los medios de comunicación siguen en su campaña de trivializar los hechos y las circunstancias. Mientras tanto nadie parece darse cuenta del despeñadero que nos espera, si las cosas y los comportamientos no cambian de manera radical.
Nuestro Partido Conservador, entre tanto, está sumido en una profunda crisis. Cada día influye menos en el Gobierno y no tiene ninguna posibilidad de lanzar un candidato propio, luego de que hasta el más opcionado como era Pastrana, quemó sus naves. Marchamos pues hacia una división atomizante. Mucha razón le asiste al senador Laserna al denunciar la vagabundería en que se ha convertido la feria de los avales azules. Nuestra futura representación parlamentaria quedará reducida al mínimo.
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Adenda
Parece que el alcalde Petro se aleja del peligro de una destitución. Se habla de una simple suspensión temporal por tres meses. La ciudad sigue manga por hombro y ahora lo que nos espera es una verdadera cascada tributaria.
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