Monopolio ni el oligopolio
El país en su desarrollo del sector de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, TIC, pasó de un monopolio estatal en cabeza de Telecom, poco eficiente y con baja calidad y cubrimiento, que murió ante la apertura a la competencia, a un oligopolio móvil y privado que avanzó en cubrimiento, pero que quizás el afán prioritario por lucro, nos mantiene sufriendo de una pésima calidad y altas tarifas. No obstante la reciente sentencia de la Corte Constitucional, que indica que el total de las operaciones de los dos más grandes operadores celulares del país, deberá pasar a manos del Estado el próximo marzo, abre las puertas para repensar un adecuado punto medio entre estos dos extremos que por lo mismo y conforme el dicho de las abuelas, son viciosos.
Es así como el senador Juan Mario Laserna, uno de los artífices del fallido proyecto de ley antimonopolio en móvil, ha planteado una interesante idea de conformar con esos activos de la nación una red muy robusta administrada por un privado idóneo, pero sin desprenderse de la propiedad de la misma, de modo que se genere eficiencia operativa, economías de escala, bajos costos y buena calidad y ante fallas del servicio se pueda cambiar y es necesario a ese operador, generando con ello los incentivos adecuados para que cumpla con sus obligaciones. Ese esquema para nada descabellado seria un punto medio y balanceado que entre otras permitiría estrenar la ley de Alianzas público privadas en el sector de las TIC en un tema tan fundamental como son los servicios móviles. Recordemos que estamos hablando de activos muy importantes que pueden valer varias decenas de billones de pesos y que hoy día son estratégicos para un país.
En el fondo, se trata de que la infraestructura de redes, base de cualquier ecosistema digital, sea patrimonio de la Nación pero se administre con criterios de eficiencia. Algo parecido a la operación de ISA en energía, o a operaciones como Stokab en Estocolmo en telecomunicaciones de fibra urbana, generando autopistas de alta capacidad en el espectro móvil sobre las que múltiples proveedores presten servicios en competencia adquiriendo capacidades en una red bien administrada que logre la mayor economía de escala posible. Ese esquema se usa en muchos países de Europa en el caso de la televisión, demostrando grandes bondades. ¿Por qué no usarlo para los servicios móviles con la ventaja adicional de la propiedad estatal? Estas son breves reflexiones para enriquecer el proceso que se viene de discusión en el Congreso, proceso que esperemos no sea archivado a las patadas como la Ley antimonopolio de Robledo y Laserna.
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Adenda
Conforme a lo ya dicho, la ampliación de concesiones del canal Uno no salió bien, ya hay fuerte debate entre periodistas beneficiados y excluidos por la no estructuración a tiempo con una buena banca de inversión de la licitación de espacios que ordena la ley. Esos contratos recién firmados corren grave riesgo de caerse.