Ciegos y alucinados
No hay peor ciego que el que no quiere ver reza el adagio popular y esto es lo que parece le está sucediendo a la dirigencia de nuestro querido Partido Conservador. Según narra la crónica política, el Directorio Nacional de la colectividad ha venido analizando el panorama y los futuros escenarios que se le podrán presentar a los azules de cara a las próximas elecciones legislativas y presidenciales y sin pensarlo mucho ha decidido que lo más importante y prioritario es prepararse para las primeras, relegando las segundas al congelador o a la nevera.
No podía ser de otra manera dado que nuestro partido, el que nosotros creíamos que era el mismo creado por Caro y Ospina, como lo señalaba El Nuevo Siglo, se ha convertido en un exclusivo y excluyente Club de Congresistas. Secuestrado y cooptado como ésta por los parlamentarios decidió que lo que cuenta es enfilar baterías y preparar a su maquinaria para la elección mejor, para la reelección, de senadores, representantes, diputados y concejales.
Craso error de perspectiva como atinadamente lo advierte el nuevo presidente de la colectividad, el caldense Omar Yepes, probado y curtido en mil batallas e imbatible en todo lo que se relaciona con las urnas. Es tan grave la decisión tomada que éste ha amenazado con retirarse y dejarles el camino libre a los torpes intereses electoreros.
En pocas ocasiones el panorama nacional se presenta más claro y promisorio para un eventual y más que probable triunfo de nuestras huestes. La persistente y caótica presencia del expresidente Alvaro Uribe Velez, -un hombre de derecha equivocadamente matriculado en la izquierda-, pero con un delirante deseo por regresar al poder, ha complicado la vida y los planes del presidente Juan Manuel Santos. Desde todo punto de vista está dando al traste con todos los cálculos y pronósticos que puedan tener los liberales y sus afines ideológicos de Cambio Radical y la U. Tanto se ha complicado la situación que se ha llegado a pensar en un Vargas Lleras como "llanta de repuesto”, para relevar al actual mandatario como inquilino de la Casa de Nariño.
Sin embargo, lo único cierto es que sea el propio Santos o el cuerpo ajeno de Vargas Lleras, la profunda división que se ha venido forjando entre santistas y uribistas es de tal magnitud, que hará en la práctica casi imposible la permanencia roja en el solio de Bolívar, e igual cosa puede ocurrir en no pocos centros de poder regional. Esto está fuera de toda discusión y cualquier analista serio lo ve. Pero esto que es tan transparente no lo ven nuestros parlamentarios.
Por una sola vez en muchos años la ocasión nos la están pintado calva. Con candidato y programas propios podemos y debemos “meternos por la calle de en medio” como ya lo hemos hecho en el pasado. Máxime cuando contamos con un político de la dimensión y proyección de un Andrés Pastrana Arango para que asuma el reto y la responsabilidad de conducir al partido y a la victoria. Una figura que ha encarnado una probabilidad real de poder hará más viable los triunfos electorales del partido en todas las instancias y niveles. Lo que sucede es que cuando uno se ha acostumbrado a la mediocridad de poder a medias y con migajas no quiere complicarse la vida y solo tiene visiones cortoplacistas Lo grave del asunto es que la izquierda sí puede columbrar su futuro y si es sensata puede llegar a repetirnos la medicina de Petro de Bogotá.