¿Y dónde está el banquero?
Lo dicho. Resultó peor el remedio que la enfermedad. La flamante Autoridad Nacional para la Televisión, ANTV, terminó siendo más ineficiente e inoperante que la sepultada e ingratamente recordada Comisión Nacional de Televisión, CNTV. Ahora resulta que el nuevo "ente" ha sido incapaz de hacerle frente a sus obligaciones relacionadas con las concesiones televisivas. Habiendo fracasado en contratar una banca de inversión seria e idónea para estructurar el proceso licitatorio del llamado Tercer Canal, luego de dos fallidos intentos y la negativa de la banca para hacer los estudios pertinentes, se decidió por un insólito e inconveniente contrato con la Universidad Nacional para hacer este trabajo, así como el del cuasiclandestino Canal Uno.
Algo muy grave debe estar pasando en el interior de la ANTV para que los banqueros le hicieran el feo, cuando antes pujaban por trabajar con la CNTV. Decidir que muy respetables académicos realicen un trabajo que requiere mucha experiencia interdisciplinaria muy especializada, con muchas horas de vuelo en el mundo real de los negocios financieros, desde luego no es la mejor solución. Con el respeto que nos merece el "Alma Mater" pública más importante del país, su oficio es el de educar e investigar, pero no el de fungir de banca de inversión o de consultoría internacional o de oficina jurídica altamente especializada. Todo esto de un jalón y en un sólo paquete puede resultar un paquete... chileno.
Parece que el Ministro de las TIC quiso remangarse y hacer el trabajo en casa, pero no encontró con quien. Ahora estamos en el peor de los mundos pues lo que vendrá será mucha teoría y muchos escenarios ideales, pero nada aterrizado en la dura y compleja realidad de los mercados televisivos y tememos que en la ANTV nadie podrá evaluar y menos cuestionar los resultados del estudio de marras.
La inconveniencia de este tipo de contrataciones con las universidades públicas -después de los sonados escándalos como los de la Red Alma Mater- terminará llenando de dudas un proceso que tenía que ser transparente hasta la médula y, lo que es peor, no faltan las suspicacias sobre el rol de los mecenas y los empresarios interesados en el concurso. Podría, incluso, cuestionarse la independencia de la propia U, por no hablar de las inhabilidades e incompatibilidades que podrían generarse.
Los escenarios e ideales académicos están muy lejos del tema de fondo que no es otro que el poder político y económico que encarna hoy la televisión como centro de poder, además de ser uno de los más lucrativos y despiadados negocios de la multimedia. Colombia no se puede equivocar en su reglamentación y en las decisiones de política pública que han de apuntalarla.
Adenda
El atraco de Samy y sus cuarenta ladrones revelado por Semana no tiene ni antecedentes ni perdón de Dios. Tendrán que actuar sin contemplaciones las Procuradurías, Contralorías, Personerías y Fiscalías. ¡No sólo contra la banda sino contra los contratistas!