Claramente a nadie le gustaría estar en los zapatos del presidente Duque: parece que los amigos le aconsejan una cosa, sus ministros proponen otra, los políticos también, la oposición igual, dejando una estela preocupante.
Esto no sería grave en asuntos de poca monta, pero en otros casos podríamos estar jugando con candela. Para no ir muy lejos conviene analizar el tema de la PAZ. Algunos creen que hay que ponerle tatequieto a los reinsertados: son delincuentes y deben estar detrás de las rejas o neutralizados. Otros justifican el dolor que dejaron atrás por “una causa justa”. También hay quienes creen que se debe dejar que las cosas se decanten con el tiempo. Además hay quienes consideran que los acuerdos tienen sentido por el tire y afloje de años de negociación.
Por esto quiero destacar un ejemplo de negociación -fabuloso, ejemplar, inimaginable hace pocas semanas- entre la Iglesia Católica y musulmanes que vale la pena ponderar. El Santo Padre aterrizó en el aeropuerto de los Emiratos Árabes el 4 de febrero reciente. Esto fue en la Península Arábica cuna del Islam, en Abu Dhabi.
El Papa fue recibido como Jefe de Estado y como hermano por el Príncipe Heredero, y la razón de su viaje fue subscribir un acuerdo de paz, negociado serena y prudentemente años antes, centrado en la Cultura del Diálogo como camino. Abriendo una nueva etapa en las relaciones católicos musulmanes, dejando en el pasado: las cuatro Cruzadas (1096 y 1291) de los caballeros del Sacro Imperio Romano recuperando sus territorios de Oriente conquistados por el Islam siglos antes, hasta las terribles masacres de cristianos que aún se ven.
El acuerdo subscrito por el Papa Francisco y el Grande Imán es una declaración católica musulmana que establece que en adelante las relaciones adoptarán una cultura de diálogo como camino a la colaboración mutua. Lo que viene a ser un código de conducta y el entendimiento recíproco como método y norma. Este asombroso acuerdo coincide con el año de la tolerancia que celebran los Emiratos Árabes Unidos.
El Documento de la Fraternidad Humana subraya el respeto mutuo, la paz, y la reconciliación entre las dos religiones y hace un llamamiento a la no violencia, a no utilizar la violencia en nombre de la religión. Para hablar de la fraternidad humana el documento no es visto como un simple paso de buena voluntad, va más allá de lo que es la tolerancia, privilegia la hermandad y la fraternidad. Destaca, además, que tiene que haber unidad de derechos de ciudadanía, en los países de mayoría musulmana.
Es conmovedor ver al Grande Imán, al Papa Francisco y al Rey de los Emiratos entre los dos -caminando por un corredor del fabuloso palacio real- cogido de la mano de los dos. Detrás desfilaron un sin número de Jefes de los líderes religiosos y obispos católicos, entre los que sobresalió el Jefe de la Universidad del Cairo, principal institución del Islam Sunita.
Claramente los firmantes buscaron el mal menor que viene a ser el bien mayor, infinitamente mayor: La paz.