No deja de sorprender que aunque continúa la criminal represión del régimen de Maduro contra el bravo pueblo venezolano deseoso de libertad y progreso, que a la fecha suma ya más de 50 asesinatos, sigan existiendo entre nosotros tantas personas que defiendan sus actuaciones y deseen instaurar el anacrónico sistema socialista.
Como lo dijimos un par de semanas atrás, el socialismo, aquella utópica ideología, que prometió el paraíso terrenal, con equidad social y acabando con la explotación de un grupo minoritario dominante sobre la mayoritaria masa proletaria, fracasó rotunda y estruendosamente en todos los lugares donde fue aplicado. Es decir, si aún tiene seguidores es por la ignorancia.
La explicación del fracaso del marxismo se ha hecho desde las ciencias sociales, administrativas y económicas, sin dejar de abordar las dificultades que se presentan en su aplicación derivadas de la rebeldía que despierta en el individuo la destrucción de sus sueños y aspiraciones personales impuestas por quienes gobiernan el sistema.
Evidentemente, a nadie le agrada que su mente sea aplanada so pretexto de la primacía del colectivo social sobre el individuo; ni que sus aspiraciones y, sobre todo, la esperanza que cada persona tiene en sus propios talentos, sea arrasada por un Estado todopoderoso que “persigue únicamente el bienestar general”.
Es preciso repetirlo: solo en muy pocos países que todavía no alcanzan su desarrollo, ubicados en América Latina, África y algunos asiáticos, seguramente movidos por una muy mala educación, se sigue creyendo en tan calamitoso sistema.
Entonces, se impone buscar sencillas explicaciones para que la gente entienda por qué es tan equivocado seguir creyendo en ese sistema.
La experiencia me indica que sobre todo a los jóvenes, quienes por su propia condición viven todavía en el mundo de los ideales, debemos explicarles que esa no es la mejor ruta para construir una mejor vida para todos.
Claro que la tarea debe acompañarse con la presentación de un modelo alternativo de desarrollo, que, basado en la economía de mercado, sea eficaz y entusiasme a todos.
Se hace necesario reconocer que el llamado capitalismo salvaje nos indigna a casi todos, por ser la ruta más rápida para enriquecer a una pequeña cúpula a costa de casi todos los demás.
En la búsqueda del primer objetivo mencionado, encontré inesperadamente nuevos argumentos, donde antes no lo habría imaginado, precisamente en un libro que compré después de leer muchos elogios durante el Hay festival y en la última Feria del Libro de Bogotá; es la novela del escritor cubano Leonardo Padura: “El hombre que amaba los perros”.
En forma de historia novelada se relata allí la cruel ejecución de Trotsky planeada por Stalin. Se detalla cómo solo a través de férreas dictaduras, aplicando puño de hierro, terror y persecuciones es que se logra gobernar en ese terrible sistema.
Pero son las descripciones que el autor hace en primera persona sobre las penurias, angustias y represiones que se viven en el actual régimen cubano lo que más impacta. Recomiendo su lectura…