Elector enfermo | El Nuevo Siglo
Miércoles, 16 de Febrero de 2022

Dicen los especialistas en comportamiento que de las crisis más oscuras surgen las soluciones y se visibilizan los grandes líderes.  Pero advierten también que es necesario abrazar esa crisis, acoger el dolor, mirarlo a los ojos, dejarlo ser, transitarlo, permitir que afloren las emociones y no contenerlas. Y eso es lo que nos está sucediendo en esta Colombia que apenas empieza a elaborar sus duelos colectivos. Al fin estamos despertando a la conciencia de que lo malo nos sucedió a todos y no sólo a las víctimas.

Las elecciones son el pretexto para que los electores subamos forzados a esta montaña rusa del destape y la manipulación emocional, donde nos sueltan pedazos de verdad, que producen náuseas y vértigo. Los ciudadanos parecemos obligados a padecer estrés postraumático y las imágenes del horror de lo vivido regresan desde el pasado magnificadas y nos ocupan no solo todo el campo visual, sino vital: como escenas fantasmagóricas renovadas y con fuertes cargas negativas. Es como si los muertos se levantaran de sus tumbas a contarnos nuestra propia historia, pero libreteados por los titiriteros del caos.

Descubrimos que las heridas que creímos "cicatrizadas" solo estaban disimuladas con curitas y malos vendajes. Ahora, parece que al menor rasguño se revientan y dejan salir la sangre a borbotones para que la contemplen quienes miraron para otro lado cuando se sucedían las tragedias, una tras otra, o para quienes, no sabiendo soportar tanto peso, prefirieron permanecer de espaldas a la realidad.

Desde las escenas de terror novelescas del parricida Jhonier Leal transmitida en horario estelar, pasando por la amante fugada que destapa sin rubor la maldita compra de votos, teniendo como interlocutor a la Corte Suprema que la valida, bajo la protección de los mismos que cuidan a los guerrilleros que hacen terrorismo en la frontera.

Si se trata de dejar salir las emociones para indagar qué hay tras ellas, empezaré por la indignación, la rabia, las ganas de llorar recordando a las familias de muchos secuestrados que acompañé, mientras padecían con el alma en vilo el segundo a segundo de la espera. El destape que hizo Noticias Caracol de las pruebas sobre Piedad Córdoba, alias “Teodora”, asesorando a las Farc sobre estrategias de manipulación de los secuestrados para favorecer a Hugo Chávez y buscar una candidatura presidencial, desgarra la dignidad de esta Patria que no resiste más palazos. Es tráfico de almas.

 Así lo definió Ingrid Betancourt en conversación con Vicky Dávila, en Semana: "Jugar con el tiempo que es el capital de vida de una persona (secuestrada) es monstruoso. Cuando Teodora escribe que no me suelten, yo me estoy muriendo". Ingrid asegura que el mismo Juan Manuel Santos le confesó que Piedad Córdoba pedía que no la liberaran.

Ya está bien de tanto desprecio por los electores, desde las alturas imperiales de la infamia. En este destrozarse unos a otros, les estamos viendo el tamañito de sus almas.