El uso del efectivo y la inclusión | El Nuevo Siglo
Sábado, 30 de Marzo de 2024

Parece ser cada vez más común pagar una cuenta por vías digitales. Incluso, muchas veces, sorprende no tener dinero efectivo a la mano. Llevar dinero en efectivo o pagar en efectivo pareciera estar entrando en desuso.

Se podría entonces suponer que el colombiano se ha encariñado con los bancos o con el sistema financiero, cuando hasta el taxi o los dulces se están pagando por vía digital, conectados a un bolsillo financiero, y también se podría presumir que se ha alcanzado una mayor inclusión financiera. Sin embargo, los indicadores muestran a Colombia muy por debajo del promedio internacional.

Digamos que tener acceso a una cuenta de transacciones puede ser el primer impulso, pero no es suficiente. En América Latina el uso de efectivo representa hoy en día a penas un 37% de las transacciones de comercio formales, según la empresa Kushki, que habilita una pasarela de pago a los negocios para facilitar pagos electrónicos y que los clientes puedan procesar pagos en línea con tarjetas de crédito, débito y otros métodos alternativos, como PSE, por ejemplo.

Las bondades de la inclusión financiera requieren de más de una explicación para entender su importancia desde el punto de vista social, en un país donde muchos prefieren acudir al préstamo gota a gota o agiotista, supeditados en el pensamiento popular de “la banca me clava”, “la banca pide mucho papel”, “la banca mes descuenta todo”.

En comparación con el resto de los países de la OCDE, Colombia se encuentra en inclusión financiera en la posición ¡treinta y nueve!, entre los cuarenta y dos países que la componen (Reporte del Global Financial Inclusion Index de 2023). Sólo el 62% de la población se siente incluida en sistema financiero, frente a un 93,6% de los chinos y 82% de los brasileños (cifras ANIF).

La inclusión financiera como término antecedió al conocido de inclusión social que nació en los 90’s, aunque de por sí hace parte de este. Se trata del acceso que deberían tener todas las personas y empresas a adquirir productos y servicios financieros de manera asequible y útil para atender sus necesidades de ahorro, crédito, seguros, además de facilidades para realizar pagos y transacciones. Lo más importante es que el sistema financiero tiene una normatividad bajo la vigilancia del Estado, que asegura su responsabilidad y sostenibilidad.

El acceso es tal vez la palabra clave de la inclusión financiera si se entiende que éste es un canal para generar oportunidades como lo es cuando se adquiere un préstamo de vivienda, de inversión, consumo o educación. Por esto el esfuerzo de Colombia debía centrarse en facilitar el microcrédito y en la educación financiera.  El programa reciente: CREO, un crédito para conocernos, puede ser una buena iniciativa del gobierno en este orden, dirigido a promover el acceso a financiamiento a familias, microempresas o pequeños negocios. Sin embargo, pueden ser la Banca de las Oportunidades y, especialmente la industria bancaria, su gran impulsor. Es uno de los caminos más claros para salir de la informalidad y de fuentes ilegales de endeudamiento.

*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

Atisbosmariaelisa@gmail.com