Cuando Bill Gates, el dueño de Microsoft, habló por primera vez de lo que era internet la definió como “un sitio lleno de información”. Empezaba la década de los noventas y había un auge gigantesco por la incipiente tecnología. Quién iba a pensar que, en menos de 30 años, esa locura dominaría el mundo.
El mismo Gates tenía muchas guerras abiertas en su momento. Una de las más feroces era por Internet Explorer. Valga un recorderis para los más jóvenes: resulta que para finales de los noventa e inicio del nuevo siglo el 95% del mercado era dominado por el sistema operativo Windows. Mejor dicho: casi todos los que tenían un computador era de Microsoft.
Así que, todos los computadores con Windows sólo permitían una opción para conectarse a internet: el famoso Internet Explorer. Fue una gigantesca batalla legal y mediática para que Microsoft diera su brazo a torcer y permitiera que otros exploradores pudieran funcionar en su precioso e intocable Windows.
En su momento, el todopoderoso Gates defendía el minimonopolio de Internet Explorer diciendo que, “obligar a Microsoft para que les abriera la puerta a otros exploradores era similar a pedirle a Coca Cola que metiera en su canasta de gaseosas dos ‘Pepsis’”. El caso es que, después de muchas peleas, Gates tuvo que ceder.
Sin embargo, Internet Explorer duró varios años como la única opción para conectarse a internet. Paradójicamente, esa fue la piedra angular de su perdición. Explorer se terminó por aburguesar. Como no tenía competidores dejó de innovar, dejó de mejorar. Y eso es un pecado/lección que todos deberíamos tener en cuenta.
Cuando irrumpió en la escena Google con Chrome y apareció Safari de Apple y también comenzó a emerger el debilitado Mozilla, Microsoft no supo qué hacer para competir. Había estado tanto tiempo en la cresta de la ola que simplemente no tuvo ni la más remota idea de cómo mejorar su sistema para que se adaptara a las necesidades de los internautas.
No faltó mucho para que los memes hicieran su fiesta. Internet Explorer se convirtió en el sinónimo de llegar tarde. Siempre estaba cargando. Siempre estaba un paso atrás. Para completar su ocaso estalló con el boom por los celulares inteligentes.
Google y Apple le dieron dos cucharadas de la misma medicina a Microsoft. En los sistemas operativos de sus celulares sólo tenían disponibles sus propios navegadores (Chrome y Safari), lo que dejaba completamente fuera de juego a Internet Explorer que sólo se quedaba en los computadores con Windows.
Así que, otra lección es que, tanto en el mundo de la tecnología, como en casi cualquier ámbito de la vida, todo da vueltas. Y un día eres el dominante y al otro día, en un parpadeo, tienes que anunciar que se acaba tu innovación. Así es el mundo de los negocios.