El silencio en la Quebrada La Vieja | El Nuevo Siglo
Martes, 12 de Noviembre de 2019

“Hay que asegurar el senderismo responsable”

 

La apertura de la Quebrada La Vieja en la Reserva Forestal Protectora de los Cerros Orientales de Bogotá es un hecho. Hace dos meses, cuando ya las expectativas se cumplían, se explicaba cómo el cierre fue una importante catarsis, en especial para la CAR, para implementar una operación que buscara el equilibrio entre quienes se alientan a subir el sendero y la necesidad de conservación de su ecosistema.

La Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, encargada de cuidar su bosque y de la operación misma, con todo su equipo, acompañado por funcionarios para la convivencia ciudadana de la Alcaldía de Bogotá y por los miembros de la Policía, se han dado en la tarea de efectuar la prueba piloto que establecerá el termómetro o la efectividad o pertinencia de las “medidas de control de las actividades de senderismo y turismo ecológico” en la Quebrada.

El orden en términos generales se percibe. Y la mirada es proyectar un sincero aprecio a esa posibilidad de caminar por la Reserva sin dañarla. Para lo cual se hace indispensable invitar incesantemente al silencio y a la contemplación con la naturaleza, como el mejor de los amigos por la diversidad de la montaña. Para quienes hemos visto la recuperación ecológica del lugar quisiéramos no ver partir a las ardillas, pavas andinas, colibríes y sus tantos cantos de pájaros y especies nuevas. 

Un senderismo que contempla la naturaleza, que escucha sus sonidos, vive su esencia y transmite serenidad a las diferentes especies de animales que han encontrado su hábitat en la montaña. Lo más preciado de ella es por supuesto escuchar el correr del agua de la Quebrada, como también sentir la fragancia de la húmeda vegetación y dejarse llevar por el crujir de arbustos y árboles.

A ese encadenamiento virtuoso de la ciudad urbana con su telón de los Cerros se suma en esta prueba piloto un aprendizaje de convivencia ciudadana, tanto con su ecosistema como con su entorno. De la mano está la intención normativa de “garantizar la tranquilidad de los residentes del área de influencia del mismo” y es ahí donde también tener conciencia de subir a la montaña para descubrir su encanto, con respeto por los vecinos, a las cinco o seis de la mañana, o en los corrillos de subida o de bajada, también cuenta.

Asegurando  mantener la belleza de su fuente hídrica, la Quebrada La Vieja se abrió para motivar en particular la “recreación pasiva” y como tal para desarrollar una actividad netamente contemplativa de disfrute del escenario natural, que aporta salud física y mental, bajo el menor impacto posible al paisaje y su ecología, que en el mejor de los casos, si se dan las condiciones -acompañados por el silencio amigo- puede contar con el avistamiento de aves en una plena aula ambiental.

Hoy está en prueba el máximo número de personas sostenible para la montaña.  Un senderismo responsable, contemplativo, consciente de su ejercicio de recreación pasiva, con sentido de convivencia ciudadana, que se distribuye sin saturar y aprecia su vivo silencio, asegura el deleite de la majestad naturaleza.

*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

uribemariaelisa@gmail.com