EL protocolo que el Gobierno debe cumplir es garantizar la seguridad nacional.
Conversar o confrontar sin que imperio de la ley se doblegue ante dirección terrorista del Eln.
En momentos en que se proyecta crecimiento económico del 3,6% este año para Colombia, al sector privado le vendría bien que el presidente Duque asuma riendas de la seguridad, protegiendo la vida y bienes de todos.
Sin decisión efectiva y creíble en el tema de paz se nos puede desinflar la economía por pura incertidumbre.
¿La guerra o la paz? Es un embeleco. Ese grupo subversivo se alimenta del miedo, el terror, el secuestro, las vacunas y el cinismo.
A ningún colombiano de bien le pasa por la cabeza que estos terroristas no vayan a la cárcel y les caiga todo el peso del castigo.
Ahora bien, podría ser que espíritus serenos lleven a que en un futuro el Ejecutivo reabra los diálogos. ¿Pero en qué dirección y bajo qué condiciones de la guerrilla?
El Eln es una guerrilla envalentonada que apuesta a tomar lugar de combate de las Farc. Se arma hasta los dientes y desafía al Estado. Le planta cara: se negocia o se sufren consecuencias.
¿Cuál protocolo, si quienes están en la mesa de Cuba dicen no estar informados del proceder endemoniado de frentes del Eln en Colombia?
¿Cuál es la ideología de esa guerrilla si después de asesinar a 20 integrantes de la policía, lo justifica como “lícita dentro del derecho de la guerra”?
Y señala a través de su vocero en Cuba que “ni el comando central ni los integrantes de la comisión de diálogos tenían conocimiento del plan para realizar el atentado”. Anota que “negociadores eran ajenos a ese asunto, ni nos involucramos ni conocíamos de esa situación del ataque”.
Una guerrilla entonces a la topa tolondra donde cada línea de combate comete crímenes a discreción.
Los frentes del Eln en Colombia planean y ejecutan atentados sin que negociadores se den por enterados. ¡Qué peligro!
Este grupo insurgente carece de ideología política. Su fundamento es el dinero. Ya no tiene partituras ni comunistas ni socialistas. Lo que entona son himnos al poder, el crimen y la riqueza mafiosa.
Que así como las Farc, lo elenos defienden al pueblo. Bueno, la clase política corrupta también dice hacerlo. Y en medio de esa promesa comete todo tipo de fechorías.
Aquí nadie se cierra a la banda. Diálogos sí, pero liberando secuestrados y apagando fusiles. Sin metrallas del terror como bandera de intimidación, el Gobierno también tendría campo para desescalar confrontación armada.
Estamos avisados por el Eln. Bajo el acecho de nuevos actos terroristas por parte de esa guerrilla.
Las fuerzas armadas lo saben. Lejos de la mesa, sometidos al factor sorpresa estratégico que emplea esa guerrilla.
El protocolo es por la vida. ¿Negociar, capturarlos, reabrir la mesa o someter al Eln? Qué lio se nos armó ahora con esa guerrilla.
Inició otro duro camino hacia la paz completa.