A propósito de la Semana Santa, que además de ser un periodo de oración y recogimiento para muchos, es el tiempo del perdón y la reconciliación. Durante la pasión de Cristo es difícil no pensar en el significado misericordioso del perdón, cuando después de toda la tortura a la que fue sometido, soportar la burla y hasta que su ropa se feriaran, pide perdón para todo aquel que lo dañó “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, mostrando genuina humildad al reconocer que todo ese padecimiento era parte del plan de Dios, para enseñarnos a través de ese sacrificio, que un hombre como nosotros moría con sufrimiento por amor a toda la humanidad.
Nos muestra el significado real del perdón, la humildad y el amor hacia los demás, que es un acto voluntario, absolutamente subjetivo, una experiencia personal, por lo tanto, hay alguien que por amor hacia el prójimo perdona y otro que recibe el perdón, pero reconoce su error, se arrepiente de lo dañino de su acto y lo repara. Si no se cumple este círculo, muy probablemente no estamos hablando de perdón real. Y efectivamente como lo mencionan muchos autores hay situaciones muy difíciles de perdonar, como nos sucede a los colombianos, que como sociedad ha sido lastimada por la guerra llena de actividades injustas y violentas o por la misma línea el robo y la corrupción que ha generado miseria para muchos.
Lo que sí es cierto, es que el perdón, el arrepentimiento y la reparación son actos que generan equilibrio en la sociedad, cuando están estas tres cosas juntas, hay un movimiento compensatorio que podría llegar a sanar heridas, pero quizás se verá reflejado en generaciones futuras, no con efecto inmediato. Lo evidente, es que esto rompe cadenas y círculos viciosos que se presentan en los sistemas familiares y sociales, que muchas veces están centrados en el rencor y en el dolor.
Todo esto se cambia por actos que generan desenlaces un poco más positivos como compensatorios, me explico, cuando con usted alguien hace algo positivo como felicitarlo, reconocer sus cualidades o le da un detalle de afecto, usted tiende a responder con algo igual o más positivo, en cambio cuando alguien le hace algo negativo usted debería responder con algo menos negativo y así esto nos permitirá vivir en un mundo reparador y menos dañino. Por supuesto todo esto requiere del desarrollo de habilidades como la inteligencia emocional.
Por esta razón, decidí escribir sobre este tema, porque es importante que hablemos sobre actos reales y no sobre conceptos traídos de los cabellos y más ahora en época electoral, porque me atrevería a decir que esto del perdón social no existe, así se citen filósofos que hablan sobre este tema como Jacques Derrida, lo que sí existe, es la posibilidad que cada uno se monte en el perdón real, del reconocimiento del error, del arrepentimiento y de la reparación para poder darle con el tiempo y a las nuevas generaciones la posibilidad de romper con estereotipos de dolor y de odio, lo que permitirá generación tras generación ir reconciliándonos.
No existe la pócima mágica para que todos decidamos perdonar colectivamente y de un día para otro nos reconciliemos y más después de haber vivido realmente atrocidades que marcaron vidas y destinos. Hay que dale tiempo a tiempo y caminar por el camino correcto.