“Línea antichavista de Macri quedaría pulverizada”
A menos que algo desconcertante suceda (en un eventual balotaje) podría pensarse que Alberto Fernández y Cristina Kirchner ocuparán (de nuevo) la Casa Rosada en la primera vuelta.
Ante el “Síndrome de Macri”, consistente en las facilidades que un gobierno de centro-derecha termina ofreciéndole a la izquierda radical para que retorne al poder por no haber comprendido que su misión histórica era modernizar el sistema capitalista y no solo administrar la cosa pública durante cuatro añitos, el chavismo argentino está a punto de convertirse en otro salvavidas regional para la dictadura de Miraflores.
Entonces, frente a semejante escenario, es útil preguntarse cómo se podría afectar la tendencia democrático-liberal en el continente en general y en Venezuela en particular.
1-. La línea antichavista de Macri quedaría pulverizada y se perdería un aliado hemisférico para Guaidó.
Aliado cuyo nivel de influencia, aunque no era equivalente al de Duque o Bolsonaro (grado 1, de 3), sí podría situarse al mismo nivel que el de Piñera, Moreno y Vizcarra (grado 2).
2-. El Grupo de Lima, tan sumamente tímido y retraído como ha sido, pasaría a resentir ahora la ausencia de un baluarte clave en la contienda ideológica.
Y con esa pérdida se causaría un trauma tan profundo como el que en su momento supuso el distanciamiento de México.
3-. Precisamente Fernández ya ha anunciado, con esa desafiante nitidez que caracteriza al chavismo, que tan pronto como asuma el poder alineará a Argentina con el Mecanismo de Montevideo.
Mecanismo que, como se recordará, es la iniciativa liderada por los gobiernos izquierdistas de México y Uruguay para buscar el diálogo y la negociación entre la dictadura y Guaidó.
Pero no un diálogo para que cese la usurpación sino, todo lo contrario, para que sea el propio Maduro el que termine organizando unas elecciones presidenciales de las que, con toda probabilidad, resultaría vencedor, garantizándose así su permanencia indefinida en el poder.
4-. De hecho, Fernández aduce que se sumaría prontamente a López Obrador y Tabaré Vásquez para ayudar “a que los venezolanos resuelvan, no a que alguien resuelva por los venezolanos”.
Y todo ello porque, a su juicio, “el problema de Venezuela no se resuelve con marines, ni apoyando una invasión; el problema de Venezuela se resuelve favoreciendo el mejoramiento de la calidad institucional y la convivencia democrática”.
Pero, claro, convivencia democrática que, en el imaginario del peronismo extremista, no es otra que la maravillosa, esplendorosa y esperanzadora convivencia de Bolivia, Cuba o Nicaragua.