Los candidatos a la Presidencia comenzaron a revelar tendencias para esperar en las urnas respuesta de potenciales seguidores en esta campaña, quizá la más opaca en las últimas décadas.
Propuestas firmes y definitivas no las hay; la órbita económica, en paralelo con el desarrollo social, centra los puntos que se esperan para un vuelco verdadero en la ruta que se necesita para la reconstrucción, aspecto en el que coincide gran parte de la ciudadanía.
La convocatoria tiene semblante pálido frente a un auditorio desconfiado, incrédulo y, desconcertado por la corrupción, pero más que eso, dudas sobre si hay verdades de los candidatos para hacer lo propuesto, o tratan de entretener, para hacer otra cosa.
Y también se desconfía de las coaliciones. Los grupos de cada candidato, cambian de nombres, más que un equipo de fútbol contratando jugadores para un nuevo campeonato.
Por momentos parece que algunos candidatos tienen miedo a revelar con ardentía lo que se proponen, o no tienen certeza en lo que dicen para hacer.
El reto para despertar optimismo ciudadano y credibilidad, requiere claridad sin divagar entre ni nieblas.
Como no existe cultura ciudadana tiene que borrarse del pensamiento ciudadano, presumir que todos van a -robar y politiquear- otra cosa, es que el honesto se fije metas para demostrar limpieza, orden y Justicia, aunque sea sin -Toga-.
La paz no puede ser temática trillada, recordando el sí o el no; la responsabilidad para cumplirla está en las partes que la firmaron, además de la preservación ciudadana para vigilarla, sumado a Justicia Especial -Jep- que deberá entregar resultados de gestión. Es lo mínimo que se espera.
No pasa por alto un reordenamiento en Seguridad pública, tras desatarse oleada de atracos y asaltos a transeúntes de a pie y vehículos, en todas las ciudades día y noche.
La delincuencia ronda alrededores de centros comerciales y calles con pésima iluminación pública, en todos los estratos socioeconómicos.
Aguardar otro Congreso y Presidente es esperar objetivos concretos, desde lo sencillo, en economía productiva, empleo, educación masiva, salud, financiación social para desvalidos y robustecimiento del medio ambiente, entre otros; todos son generadores de empleo.
Es delito criminal que 900 mil menores de edad trabajen en el país en condiciones de esclavitud, como lo confirmó el ministerio de Trabajo. Familias y particulares incurren en ese crimen.
Un plan indicativo para impulsar reconstrucción nacional no puede ser -carretazo verbal- para no hacer nada. Se creerá cuando haya resultados, con mano limpia, urna de cristal y, sin campaña oficial, diciendo que “seguimos mejorando”.
En blanco y negro se ratifica el consenso ciudadano que reclama la reconstrucción colombiana con decisión y acción integral de Gobierno, con todas las fuerzas vivas de la sociedad.
Es el país que tenemos y, el país que no deberíamos tener.