¿Cómo atraer la atención dispersa de unos electores hiperinformados y confundidos, cansados de la pandemia, sin plata, hastiados de la corrupción, muchos sin trabajo y enardecidos por la propagación de emociones negativas como el miedo, el resentimiento social y la desesperanza? Esta Colombia herida anda, sin saberlo, buscando un sanador. Alguien capaz de identificar lo que nos une, en vez de seguir ahondando en lo que nos separa. Alguien capaz de contagiar confianza y despertar esperanza.
Y no se trata de un discurso "políticamente correcto" mediático y oportunista que nos lleve a la debacle. Buscar lo que nos une no implica renunciar a las diferencias ideológicas de fondo, que en el caso colombiano tienen que ver con la subsistencia misma de la democracia. Se trata de deponer tanto juego sucio o, por lo menos, contribuir a desenmascararlo.
Me gustaría preguntarle a cada uno de los que aspiran a gobernarnos: ¿A qué estaría dispuesto a renunciar por recuperar la convivencia entre los colombianos? ¿Cómo lograr que se escuchen entre sí para empezar a identificar puntos comunes y lograr dar respuesta a las angustiosas necesidades de la población? Antes de querer convencer a posibles electores, deberían escucharse entre ellos y escuchar a los ciudadanos. Basta mirar las encuestas para identificar los males que se volvieron insoportables: la corrupción, la inseguridad, el desempleo y la inequidad, entre otros.
Es evidente, por ejemplo, que el miedo detonado por los frecuentes videos de asesinatos en las calles de las grandes ciudades, llevará al votante a elegir un candidato capaz de hacer uso legítimo de la fuerza para contener a los propagadores de la violencia urbana, cuya escalada ha contagiado un sentimiento de indefensión, aislamiento y orfandad frente a quien detenta la autoridad.
En un terreno abonado por el clima de inseguridad y desempleo, el resentimiento social se viene contagiando de manera vertiginosa y está siendo usado en esta campaña a la presidencia, de manera incendiaria.
El elector cambió. La pandemia desbordó los límites de tolerancia, las necesidades económicas están conduciendo a la desesperación y nuestros cimientos democráticos tambalean. ¿Será posible que se imponga la cordura entre los candidatos para deponer los egos y buscar el bien mayor para los colombianos?
¿Cuáles serán las características del nuevo elector? ¿Se traducirá en votos o en abstención la desesperanza ciudadana? ¿Cuántos votos pondrá la "primera línea"? ¿Cuántos los violentos? ¿Cuántos los que marcharon pacíficamente? ¿Cuántos los que permanecieron atrapados en sus casas?
¿Cómo votarán las mujeres? Y una de las mayores incógnitas: ¿Votarán los jóvenes? ¿Cómo se van a comportar los grandes manipuladores de redes? ¿Acaso "votarán las bodegas"? o ¿lo harán "los gobiernos extranjeros" que convirtieron a Colombia en nuevo escenario para medir fuerzas geopolíticas?
Somos los ciudadanos colombianos quienes ahora tenemos la palabra en el voto. No nos la dejemos arrebatar.
@DianaSoGiraldo